En los últimos tiempos los cristianos del subcontinente hemos vivido una peculiar experiencia espiritual, que ha marcado fuertemente nuestra vivencia histórica y nos ha otorgado una espiritualidad propia que se convirtió en nuestra divisa identificadora ante el mundo entero. Y es que todo gran movimiento histórico, toda gran síntesis de pensamiento, de valores, de sentido, proviene en última instancia de una experiencia espiritual fundante que lo habita en lo profundo, como el propio pozo en el que uno sacia su sed. En América Latina hay muchas espiritualidades: desde las preconciliares o incluso tridentinas, hasta la New Age, pasando por la de los kikos, la del Opus Dei, la carismática... y por todo tipo de fundamentalísimos. Pero todas e...