La ponencia de Lorenzo Fernández Prieto empieza por reivindicar los problemas del presente como punto de partida en la construcción de la historia aconsejando tener en cuenta como referente la crisis del modelo de modernización y el fin de la ideología del progreso. Resulta llamativo que al mismo tiempo, aunque sea de forma marginal, eche una lanza a favor de Fukuyama, tildado habitualmente de ideología conservadora. Pero esto, por decirlo de algún modo, es casi una anécdota puesto que el principal foco de atención es la historia rural como el ámbito más pertinente de historia transnacional. Su ponencia es un alegato más que engrosa la corriente de opinión cada vez más caudalosa en contra de la tesis del fracaso o del excepcionalismo hispán...