Las catedrales góticas, colosales máquinas arquitectónicas susceptibles biológicamente de cambios continuos, fueron objeto de numerosas intervenciones artísticas tanto en sus exteriores como en los interiores durante el transcurso de la segunda mitad del siglo xviii. Se partía, así, de un necesario hábito secular, debido a la concurrencia de causas múltiples: a la conclusión o realización de partes no hechas antes; a la reconstrucción, e incluso a la restauración, de determinadas zonas dañadas por el paso del tiempo y los fenómenos naturales; a las nuevas necesidades litúrgicas de la época y de mayores espacios aprovechables para diversas funciones; a planteamientos arquitectónicos novedosos contrarios a viejas prácticas; a la casi obligaci...