El término barcarola designaba en su origen un canto de gondoleros venecianos, mimético y frecuentemente improvisado, que llegará a incluirse más tarde en las composiciones de ópera, valorándose como pieza vocal o instrumental independiente durante el romanticismo1. En este proceso de configuración, la barcarola conserva sus raíces populares, desplazándolas hacia formas de expresión cultas; evoca situaciones y paisajes amables, adecuando esos referentes a cada circunstancia; mantiene ciertos rasgos líricos, siempre respetando las pautas y el tono de la melodía; y asume su verdadera condición de artificio representativo, rindiendo cuentas de una particular historia común que no extraña momentos de franca intensidad reflexiva....