Esta lección, de antemano, bien puede ser juzgada como anacrónica. El aforismo martiano que asegura honra a quien rinde homenaje a los mayores, corre en la actualidad el riesgo de considerarse expresión retardataria o, por lo menos, tradicionalista. No importa. Todo seremos cada día más viejos, y al fin muertos también. La única gracia que nos espera será que algún descarriado como yo nos recuerde alguna vez, si es que vale la pena, como lo hago ahora con dos maestros que tuve cerca con muy diversa fortuna. Inmediato el uno y lejano el otro, he querido reunirlos aquí en sus rasgos comunes de íntima humanidad, al cabo, lo que más parece interesar al hombre no del todo atómico, aun en sus varias yencontradas voluntades y representaciones