Conocimiento, amor y seguimiento de Jesús: líneas fundamentales de la espiritualidad Ignaciana

Es indudable que son los Ejercicios Espirituales la fuente y alma de la espiritualidad ignaciana. Dentro de los Ejercicios la petición que San Ignacio hace “demandas” a lo largo de toda de toda la segunda semana recoge los rasgos más fundamentales de esta espiritualidad. El P. Ozuna profundiza esa perspectiva en esta reflexión y escribe como introducción de su escrito: “Intentaré presentar una reflexión sobre la espiritualidad ignaciana desde una perspectiva muy concreta: la PETICION que San Ignacio coloca en la segunda semana de los Ejercicios, al comenzar las contemplaciones de la vida de Jesús: "(101) El primer día y primera contemplación es de la encarnación, y contiene en sí la oración preparatoria, 3 preámbulos y 3 punctos y un coloquio. (104) 3o. Preámbulo. El 3o., demandar lo que quiero: será aquí demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que le siga” Pienso que desde esta perspectiva podemos contemplar, en una visión muy abarcante y completa, lo que constituye el nervio mismo de la espiritualidad ignaciana, su raíz más honda y su más profunda inspiración. Es una tarea realmente pretenciosa, un desafío, querer extraer lo más característico de la rica espiritualidad de San Ignacio de un preámbulo de oración dentro del vasto itinerario de los Ejercicios. Pero, como iremos comprobando, esta petición de la segunda semana, que Ignacio convierte en el deseo, la súplica y el esfuerzo primordiales del ejercitante a lo largo de todo el proceso de los ejercicios, encierra el meollo de la vida misma de Ignacio, de sus primeros compañeros y de sus seguidores a lo largo de la historia.