Revelación y Tradición en la Iglesia: «Gesta et V erba» sus elementos constitutivos· INTRODUCCION En la doctrina del Vaticano 11 sobre la revelación el binomio 'gesta et verba' ha entrado a ocupar un puesto tan importante, que en ambiente de sano optimismo teológico, característico de toda época posconciliar, ha sido recibido como un elemento fecundo de renovación en la teología de la revelación 1 • El Vaticano 11 adoptó en N. B.-En prensa ya este artículo, hemos leído el trabajo del P. J. Aleu: La Constitución dogmática sobre la divina Revelación, aparecido en el fas· cículo anterior de esta misma revista. Evidentemente, nos ha sido imposible tenerlo en cuento. Por lo demás, nos complace el haber coincidido, por caminos distintos, en no pocos puntos de visto de nuestro apreciado colega de la Facultad de San Cugat. 1 A. BEA, La parola di Dio e l'umanita, Assisi 1967, pp. 9-23; L. LATOURELLE, La Révélation et sa transmission selon la Constilution «Dei Verbum», GnEGORIANliM 47 (1966) 1-40; J. ALFAR O, Cristo, Sacramento de Dios Padre; la Iglesia, Sacramento de Cristo glorificado, GnEGORIANUM 48 (1967) 5-27; O. SEMMELROTH-M. ZERWICK, Vaticanum 11 über das Wort Gottcs (Stuttgarter Bibcl-Studien, 16 ), Stuttgart 1966, p. 15 (citado SEMMELROTH· ZERWICK, Vaticanum 11); J. PERARNAU, Constituciórt dogmática sobre la Revelación divina (Constituciones y Decretos del Conc. Vaticano 11, 7 ), Castellón de la Plnna 1966, pp. 37-3 9 (citado PERARNAU, Constitución dogmática); E. 5-rAKEMEIER, Die Konstitution über die gottliche Olfenbarung. W erden, lnhalt und theologische Bedeutung (Konfessionskundliche und Kontroverstheologische Studien, Bd. XVIII), Paderborn 1966, pp. 106-108 (citado STAKEMEIER, Die l(orutitutian) ; R. Se Ji uTz-M. T H unJAN, La parole vivan.te au Concite, Les Presses de Taizé 1966 (citado ScHUTZ-THURIAN, La parole); R. LATOURELLE, Théologie de la Révélation, Bruges-Paris 21966, pp. 417-454, 468-486 ; J. R. ScHEIFLER, La «Palabra de Dios» y la vida espiritual, MANRESA 38 (1966) 203-222; H. FRIES, Die Olfenbarung.-Die beiden Gestalten und VerwirlclichungStveisen der Olfenbamng im Lichte der ltl. Schrift, en: Mysterirun Salutis. Grundriss heilsgcschichtlichcr Dogmatik (J. Feiner-M. LOhrer, Hrsg. ), Bd. l, Einsiedeln 1966, pp. 180-234, part. 204ss (citndo: MS ) ; E. SCHILLEDEECKX, Offenbarung und Theologie, Mainz 1965, pp. 3 7-54; D. BARSOTTI, ll rnistero cristiano e la Parola di Dio, Firenze 1954; W. BUI.ST, Olfenbarung, biblischer und theologischer Begrilf, Düsseldorf 1960; A. GRANADOS, La a.Palabra de Dios>> en el Conc. Vaticano 11, Madrid 1966; P. GnELOT, Sens chrétien de l'Ancien Testament, Tournai 1962; W. PANNENUERG-RENDTORFF, R., Ojfen· barung als Geschichte, Gottingen 1961; H. U. von BALTHASAR, Wort und 43 (1968) ESTUDIOS ECLESIÁSTICOS 225-258 226 A. ANTÓN este tema una postcton, que justamente puede llamarse 'nueva', no porque esta doctrina en la Teología hubiera sido hasta ahora completamente relegada al olvido, sino en el sentido de una verdad que pasa a primer plano en la conciencia de los teólogos y de toda la Iglesia, de la que justamente puede esperarse un influjo fecundo en el futuro. Es natural que este esfuerzo común de la Asamblea conciliar por revalorizar un concepto tan trascendental en la doctrina sobre la revelación se manifestara, ante todo, en la constitución dogmática sobre la revelación 2• En efecto, el binomio 'obras y palabras' penetra toda la teología de la revelación propuesta en la DV y, por lo tanto, resulta ser un concepto clave para su interpretación. Sin embargo, antes de entrar y abrirse camino en la constitución, tuvo que superar una barrera de resistencia muy considerable en las discusiones conciliares. Se ha dicho de los Decretos del Vaticano 11, ·que ellos no son hechura de un teólogo o de una determinada escuela teológica, sino el fruto del trabajo común y de la participación de toda la Asamblea conciliar y, en sentido más lejano pero real, de toda la Iglesia creyente. Esta observación vale sobre todo de la constitución DV, que es de todos los 16 documentos conciliares la que presenta en su redacción una historia más larga y quizás la más agitada 3• Geschichte, en: Verbum Caro, Einsiedeln 1960, pp. 28-47; J. DEJAIFVE, Révé· lation et Église, NouvELLE REVUE THEOLOGIQUE 85 (1963) 563-576; A. DuLLES, The Theology of revelation, THEOLOGICAL STUDIES 25 (1964.) 4.3-58; A. LÉONARD, La parole de Dieu, mystere et événement, vérité et présence, en: La Parole de Dieu en /ésus-Christ, París 1961, pp. 307-310; G. MoRÁN, What Ís Revelation, T H EOLOGICAL STUDIES 25 (1964) 217 ·231; E. Se H ILLEBEECKX, Parole et Sacrament dans l'Église, LuMIERE ET VIE 9 (1960) 25-4.5 ; A. ToRRES CATELLAN, Palabra y Revelación, BuRGENSE 1 (1960) 143-190. 2 La constitución dogmática sobre la revelación viene citada en este trabajo por la sigla: DV. El texto latino de este documento conciliar será aducido por : Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum Secundum, Constitutiones, Decreta, Declarationes, Cura et studio Secretariae generalis Concilii Oecumenici Vaticani 11, Typis Polyglottis Vaticanis 1966, 4.21-4.56 (citado : ETV). Para el texto español usamos la traducción de L. ALONSO Se H OKEL, publicada en: Concilio Vaticano ll, Constituciones, Decretos, Declaraciones (Biblioteca de Autores Cristianos, n. 252), 4.a ed., Madrid 1966 (citado : Vat. 11-BAC). 3 Un estudio sobre la DV no puede prescindir de los estadios intermedios en la redacción y discusión durante laa cuatro sesiones del Vaticano 11 por los que ha pasado este texto conciliar. Para facilitar y uniformar las referencias ·en este trabajo conviene distinguir y determinar los diversos esquemas previos a la DV. Esquema l.--Salió de la Subcomisión correspondiente dentro de la Comisión teológica preparatoria y con las importantes enmiendas propuestas por la Comisión central preparatoria: Schema Constitutionis dognwticae «De fontibus Revelationis», TPV, 1962, 22 pp. (citaüo : Esqz�ema 1). Esquema ll.-La discusión del Esquema 1 en el aula conciliar duró del H al 19 de noviembre de 1962. El resultado desconcertante de la votación del 20 ,del mismo mes hizo necesaria la intervención personal de Juan XXIII enc()o REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 227 Por otra parte, es la DV el primer documento del Magisterio sobre la revelación, que trata el tema en toda su amplitud y da entrada a muchos datos nuevos, fruto de investigaciones teológicas recientes de carácter interconfesional. La historia tan accidentada de este Decreto conciliar en su estadio de elaboración durante el Concilio dificulta una valoración sistemática de todos estos elementos mendando la nueva elaboración del Esquema I a una Comisión mixta, es decir, compuesta de miembros de la Comisión teológica, del Secretariado por la uni· dad de los cristianos y otros miembros designados por el Papa. El resultado de esta Comisión mixta fue el Esquema II, que el 27 de marzo de 1963 obtuvo el visto bueno de la Comisión coordinadora y en abril fue enviado por correo a los Padres: Schema Constitutionis dogmaticae «de divina Revelation,e», TPV, 1963, 16 pp. (citado: Esquema Il). Esqr¿ema Ill.-El Esquema 11 no pasó a ser discutido. Era una fórmula -de compromiso que había exigido costosas renuncias. La sinceridad y buena fe en los Padres conciliares de una y otra tendencia no logró superar las diver· gencias latentes de fondo. Este Esquema 11 acabó por disgustar a todos. Den· tro de la Comisión doctrinal se constituye el 7 de marzo de 1964 una Subcomisión de 7 Padres y 19 peritos, que sobre la base de las propuestas presen· tadas por escrito de junio de 1963 al 31 de enero de 1964 (de hecho se prorrogó hasta la mitad de abril) en dos grupos de trabajo elabora el Esquema 111. Este obtiene el visto bueno del Secretariado por la unidad de los cristianos el 30 de mayo de 1964, de la Comisión doctrinal el 5 de junio y de la Comisión coordinadora el 26 de junio del mismo año. El 3 de julio es enviado por correo a los Padres: Schern,a Con,stitutiott.Í$ <or carta firmada de mano del Card. Secretario de Estado, A. C. Cicognani, y dirigida al presidente d� la Comisión doctrinal, invitando a considerar de nuevo tres puntos : la Tradición (n. 9 ), la inerrancia bíblica (n. ll) y la historicidad de los Evan· gclios (n. 19 ). Cf. G. CAPRILE, Tre emendantenti allo Schenta sulla Rivelazione, La Civilta Cattolica ll7, 1 (1966) 214-231. Con estas últimas corree· ciones, ponderadas con grande equilibrio, el Esquema IV se presenta el 29 de octubre de 1965 a obtener el 'placet' de la Asamblea. El resultado positivo fue muy elocuente: 2.081 'placet', 27 'non placet' y 7 nulos. El 18 de noviembre la Asamblea aprueba el texto definitivo de la constitución DV casi por una· nimidad plena (2.344 'placet' y 6 'non placet') y acto seguido Pablo VI la promulga. 228 A. ANTÓN teológicos nuevos. Merece la pena intentar agruparlos y valorarlos sistemáticamente en torno a los temas más fundamentales en la teología de la revelación. El punto de partida del presente trabajo abre una perspectiva llena de interés teológico y, de un modo expreso, todavía no planteada en la producción teológica posconciliar. Una vista panorámica de los hechos y discusiones que dieron entrada al binomio 'gesta et verba' en el texto conciliar de la DV y la trascendencia teológica de la temática que plantea en la teología de la revelación, tanto en la fase de su constitución como en la fase de su transmisión perenne en la Iglesia, legitiman el intento del presente estudio. Ahora bien, el deseo de interpretar con la mayor fidelidad posible la mente del V a ti cano II en un tema de tanta actualidad nos lleva a completar la doctrina de la DV con elementos afines espar· cidos por otros documentos conciliares y, muy en particular, en la constitución dogmática sobre la Iglesia ccLumen Gentium>>. La redacción simultánea de estos dos grandes documentos del Vaticano 11 y la afinidad objetiva de sus temas acusa una gama variada de in· flujos y dependencias recíprocas, a las que no puede renunciar cualquier estudio sistemático de ambas constituciones. LA REVELACION HECHA EN ccGESTIS VERBISQUE)) El binomio 'obras y palabras' nos sale ya al encuentro al comienzo mismo de la DV. En el artículo segundo presenta la cons· titución una descripción sumaria de la naturaleza y objeto de la revelación. En el concepto de revelación no puede faltar la dimensión histórica como uno de sus rasgos fundamentales. De todos los caminos posibles abiertos a Dios para comunicarse con los hombres ha adoptado una 'Economía' 4 concreta, de carácter esencialmente 'histórico-sacramental'. La constitución de un Pueblo, que sea portador de la revelación y objeto de una acción salvadora de Dios en un sentido más particular, no significa la revocación del primer designio universal de salvación. Ante Dios prevalece el ofrecimiento más universal. Este ofrecimiento adquiere ahora una configuración concreta e histórica en el seno de su pueblo, para que éste aparezca al mundo y a los ojos de los hombres --en conformidad con su constitución óntica de espíritu y materia y con sus tendencias sociales-4 El término 'oikonomia' viene empleado por los Padres griegos para designar todo el misterio de la salvación en su significado complejo, mientras los Padres latinos lo traducen con el vocablo 'dispensatio'. De la Economia universal de salvación para toda la humanidad se deriva el sentido más restringido de una Economía particular con su Pueblo. REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 229 como signo e instrumento de esta presencia visible de la verdad y gracia salvadoras de Dios en la tierra 5 • Partiendo de un enfoque claramente teocéntrico 6, la DV describe la naturaleza de la revelación en el artículo segundo 7 como el evento histórico y, por lo tanto, dinámico-sacramental, que sale del Padre, avanza hacia su plenitud en Cristo 8 con la misión del Espíritu Santo y se perpetúa en el seno de la comunidad de salvación durante su peregrinar en el tiempo en espera de su consumación escatológica en la visión celeste. En la historia de esta 'Economía' de la salvación Dios se ha comunicado al hombre por 'obras y palabras', que son los dos elementos constitutivos de la revelación. <, de uso frecuente en el Viejo Testamento 10 • S El drama de Dios en la realización de esta historia universal de la salvación, abierta a toda la humanidad, presenta, tanto en la Vieja como en la Nueva Alianza, una historia vinculada, sin renunciar a su destino universal, a la realidad y destino histórico del Pueblo de Dios, si bien trasciende los límites visibles de este Pueblo y logra una presencia activa allí donde el Pue· blc de Dios no ha llegado todavía a hacerse presente en su dimensión visible. Este aspecto paradógico del destino universal de la revelación confrontado con el hecho de los limites reales y concretos del Pueblo de Dios, depositario in· mediato del mensaje revelado, ha despertado la atención de cxégetas y teólogos. Cf. A. DARLAP, Das Verhiiltnis allgemeiner urul beson.derer Heilsgeschichte im Lichte der dogmatischen Bestimmung der Heilsgeschichte. Allgemeine Heils· geschichte tmd 'natiirliche Offenbarung'; en : MS, I, pp. 80-90; lDEM, Heilsgeschichte. en : Lexikon fiir Theologie und IGrche (J. Hofer-Rahner, Hrsg. ), Bd. 5, Freiburg 1960, cols. 154-156; J, FEINE R, Die Adressaten der Ojfen· barungsvergegenwiirtigung, en : MS, I, pp. 514-517. 6 Cf. A. M. }AVIERRE, La divina rivelazione (cap. I) , en: La Costitu.zione dogmatica sulla div. rivelazione (Collana Magistero Conciliare, n. 3 ), Elle-DiCi, Torino 1966, pp. 116-118 (citado : Elle-Di-Ci : La Constituzione); R. LA· TOURELLE, La Révélation, pp. 38-39. 7 DV, 1, 2: ETV, pp. 424-425; Vat. 11-BAC, pp. 160-161. 8 « ... qui mediator simul ct plenitudo totius revelationis)): DV, 1, 2: ETV, p. 425; «in quo summi Dei tola revelatio consummatur)) : DV, 11, 7: ETV, p. 428. 9 DV, 1, 2: ETV, p. 424; Vat. II-BAC, pp. 160-161. 10 Cf. H. FRIES, Die Offenbarung, en: MS, 1, p. 204: «Er meint das Wort, das Tat wird und er meint die Tat und die Handlung, die aus dcm Wort hervorgehen»; R. ScHNACKENBURC, art. <>. 48 CE. 1 Pe 3,21 ; Heb 6,5; 9,11; 10,1. 49 Cf. Col 2,17; Heb 8,5; 10,1 . SO Cf. O. CULLMANN, Christus und die Zeit. Die urchristliche Zeit uml Geschichtsauffassrmg, Zürich 3!956; IDEM, Heil als Geschichte. Heilsgeschichtliche Existenlz im N. T., Tübingen 1965, pp. 10-46; P. BLAESSER, Heilsgeschichte, en: HandbrLch theologischer Grundbegriffe (H. Fries, Hrsg. ) , München 1962, I, p. 66S; H. CoNZELMANN, Die Mitte der Zeit. Studien zur Theologie des Lulcas, Tübingen 41962, pp. 128-157; H. FRIES, Die Oflenbarung, en : MS, 1, p. 208; R. Se H NACKENBURC, H eilsgeschichte, en : L ThK, 5, cols. 148-153. REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 239 pasado y anuncio de otra realidad futura. La plenitud del futuro, gradualmente anticipada en el presente, dirige el fluir constante de la revelación en el tiempo. «La imagen del tiempo dentro de esta configuración y fase de la revelación, es decir, de la revelación de las promesas, no es el círculo -símbolo de lo acabado y completo, de lo siempre idéntico, de lo que se repite, el símbolo del mito--, sino la imagen de la línea y de ]a corriente del tiempo que fluye» 51• La revelación avanza, pues, en la realización histórica del plan salvador de Dios con los flujos y reflujos de su vinculación a la historia del Pueblo de Dios, pero siempre adelante y siempre suhiendo en intensidad, mientras más se acerca a la 'plenitud del tiempo' lograda en la Palabra personal del Padre hecha carne. Hemos caracterizado la revelación del Viejo Testamento con las categorías fundamentales de revelación en la fase de 'preparación' y de las 'promesas' proyectada, por lo tanto, a un futuro en el que logre su 'plenitud' y su 'cumplimiento'. La dialéctica de estas categorías correlativas nos conduce a considerar el binomio 'palabras y ·-obras' 52 como elementos constitutivos también de la revelación neotestamentaria llevada a plenitud 53 en la Palabra de Dios hecha carne. Pues, la entrada de Cristo en la historia y su venida al mundo señala el fin de una fase y el inicio de otra nueva en la historia de la revelación. El misterio de la Persona y mensaje de Cristo es el evento cumbre de la historia de salvación en el que la revelación véterotestamentaria halla su pleno cumplimiento 54• Esta fase de plenitud no introduce una ruptura con la precedente, pero se abre con elementos fundamentalmente nuevos. El curso histórico de la revelación antes de Cristo fue ascendente hasta lograr la cumbre de la revelación en Cl"isto. El proceso histórico de esta revelación después de Cristo es descendente que recibe su contenido de este misterio de Cristo como fuente de virtud reveladora, siempre perenne e inagotable en la comunidad creyente. Otro elemento característico de la revelación neotestamentaria, en contraposición a su .fase de preparación en el Viejo Testamento, es la 'presencialidad' en su dimensión temporal e histórica. La revelación del Nuevo Testa· SI H. FRIES, Die Olfenbarung, en: MS, 1, p. 208. 52 «verbis et operibusll : DV, 1, 4 : ETV, p. 426; Vat. 11-BAC, p. 162. 53 > significa aquí el misterio de la vida trinitaria, que la Comisión no accedió a cambiar en «vita>> para vincularse más fielmente a In terminología del prólogo de San Juan (Jn 1,1-18). 70 «opus salutare consummat» : DV, I, 4: ETV, p. 425 ; Vnt. II-BAC, p. 162. La Comisión mantiene el epíteto 'salutare' en contra de la opinión de dos Padres, que pidieron se borrara del texto (cf. MO, ad N. 4, 26, b ), porque es toda la obra Cristo --de In cual la revelación es parte principal- la que posee esta virtud salvadora y reveladora. 71 DV, 1, 4 : ETV, p. 426; Vat. 11-BAC, p. 162. REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 243 (cf. 2 Tim. 1,10). Cristo es, pues, en toda su existencia y en la manifestación de todo su ser la 'epifanía' más perfecta del Padre 72• Las 'palabras y obras' todas de Cristo son una manifestación de Dios en cuanto siendo revelación del Hijo hecho carne, por medio de El y en El se revela el Padre a los hombres. Esta ley de la Encarnación trasciende todas las palabras, gestos y acciones de Cristo, por las que, siendo revelación de Dios, habla y obra 'Dios con nos()tros' 73• La descripción se hace cada vez más concreta. Con los 'signos y milagros' 74 Cristo lleva a plenitud esta revelación y la confirma con testimonio divino. Los 'milagros' de Cristo son 'señales' que revelan la omnipotencia y bondad de Dios con los hombres en la realización del plan salvífico de un modo más patente que en los even· tos extraordinarios de la historia de Israel en la Vieja Alianza. Los milagros son 'signos' de la presencia de esta nueva fase de la revelación, es decir, su fase escatológica con la llegada del Reino de Dios en Cristo (Le. 4,16-22). «Ahora bien, este reino brilla ante los hombres en la palabra, en las obras y en la presencia de Cristo . . . Los milagros de Jesús, a su vez confirman que el reino ya llegó a la tierra: < (Le. 7 ,22; cf. Mt. 11,2-30). Este aspecto de presentar los milagros de Cristo como 'signos' ( «semeia») de legitimidad de la misión de Cristo ha sido particularmente acentuado en el Evangelio de S. Juan (cf. 3,2; 9,33) determinando su misma estructura interna en cuanto la narración de los principales milagros de Cristo alterna con sus discursos para confirmar así con las obras el testimonio de los palabras y explicar con las palabras el sentido profundo de las obras. Al fin de esta enumeración presenta la DV los misterios de la muerte y gloriosa resurrección de Cristo junto con el enVÍQ del Espíritu de verdad, como otros tantos momentos decisivos, en la existencia de Cristo Revelador del Padre, en toda su plenitud. El misterio de su muerte y resurrección gloriosa fue propuesto por Cristo en diversos momentos de su vida, como la consumación de su obra reveladora y redentora. La muerte de Cristo es la manifestación y testimonio más elocuentes del amor de Dios a la humanidad en la realización del plan de salvación. Su resurrección manifiesta al mundo el poder del Padre resucitando a su Hijo y, a un mismo tiempo, la gloria de Cristo vencedor de la muerte. El Jesús histórico apeló frecuentemente al evento de su resurrección como prueba eficaz de la verdad de su testimonio y de su misión 78• 76 A Moisés y Elíns : Me 9,2-10; a David : Me 12,35-37; a Jonás y Salomón : Mt 12,41-42. n Un modo de última hora propuso añadir : «ut credibüem», para reforzar este carácter apologético de los milagros. Si lo Comisión rechazó la propuesta fue por considerarlo suficientemente implícito en el contexto. (Cf. MO, ad N. 4, 26, g). 18 Jn 2,13-22 ; Mot 12,38-40 ; Mt 16,1-4; Me 8,30-32; Mt 17,9; Mt 17,23 ; Jn 10,17; Ju 8,28s. REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 245 El kerygma apostólico más primitivo sobre Cristo estaba centrado en el valor probativo de la resurrección y glorificación de Cristo para legitimar la verdad de su misión salvadora. Vosotros crucificasteis a Jesús de Nazaret -dice Pedro con valentía al Pueblo, después de la venida del Espíritu Santo-, hombre presentado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y señales, pero lo ha resucitado (Act. 2,22-24). «A este Jesús Dios lo ha resucitado y nosotl"Os somos testigos de esto» (v. 32). ccReconozca, pues, toda Ja casa de Israel que Dios ciertamente ha hecho Señor (Kyrion) y Mesías (Xriston) a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado» (v. 36). La resurrección de Cristo es una revelación anticipada de la transformación escatológica realizada ya en la humanidad gloriosa de Cristo, prototipo y garantía de la transformación gloriosa que le espera al hombre. Con acierto, concluye, el texto de la DV, que la muerte y resurrección de Cristo llevan a cumplimiento y confirman ccque Dios está con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacernos resucitar a una vida eterna» 79• Este aspecto revelador de la resurrección y glorificación de Cristo, de la que el hombre y el kosmos todo participan ya anticipadamente en la redención de Cristo, ha sido desarrollado por San Pablo en sus cartas a los Efesios y Colosenses. La participación, en los bienes de la resurrección, está, por lo demás, sometida a la tensión escatológica entre aquello que el hombre ccya» posee y lo que «todavía no» ha logrado y espera adquirir, fundado en la realidad del Jesús resucitado, ccprimicias de los muertos», pues todos resucitarán en Cristo, «pero cada uno en su orden: las primicias, Cristo, después los de Cristo, en su advenimiento» (1 Cor. 15,20-23). De esta plenitud de la revelación consumada en Cristo el evento de Pentecostés es un momento esencial 80• En la enumeración de los principales misterios de la vida de Cristo el envío del Espíritu de verdad aparece en último lugar como coronamiento de toda la obra reveladora de Cristo y vinculado esencialmente a los misterios de su muerte y resurrección gloriosa 81• El Jesús histórico prometió a los Apóstoles enviarles el Espíritu de verdad como complemento y garantía del mensaje revelado que El había proclamado (Jn. 14, 79 DV, I, 4 : ETV, p. 426; Vat. II-BAC, p. 162. 80 La propuesta de desplazar la mención del envío del Espíritu de verdad al final del artículo es rechazada por la Comisión, basada en que «haec missio pertinct ad completionem Revelationis». (Cf. Esquema IV, Rel. ad N. 4, D, 3 ) . 8t Cf. también : DV, V, 17 : ETV, p. 439; Vat. 11-BAC, p. 173 : «Cristo estableció en la tierra el reino de Dios, se manifestó a sí mismo y a su Padre con obras y palabras, llevó a cabo su obra muriendo, resucitando y enviando el Espíritu Santo». La obra reveladora de Cristo no se consuma sino con la misión del Espíritu de verdad. 246 A. ANTÓN 17-26 ; 16,13). Por esto, el 'pusillus grex', que constituía la comunidad mesiánica cuando Cristo subió a los cielos, recibió el mandato expreso de permanecer en Jerusalén hasta ser fortalecidos de la virtud del Espíritu (Le. 24,49 ; Act. 1,4.8). El Espíritu de Cristo, enviado a la comunidad creyente y siempre presente en ella, garantiza la transmisión de la revelación dada plenamente en Cristo durante todo el peregrinar de la Iglesia en el tiempo hasta su consumación escatológica en la Parusía de Cristo. El misterio de Pentecostés revela así su sentido más profundo como punto de partida de esta nueva fase de la historia de la salvación, a saber, en el momento de manifestarse al mundo la Iglesia como la comunidad creyentes en el mensaje revelado en Cristo y con la misión de continuar su obra de salvación en este tiempo medio hasta la segunda venida de Cristo. LA REVELACION TRANSMITIDA EN LA IGLESIA POR LA ((PALABRA Y SACRAMENTO» El Concilio Vaticano 11 se ha propuesto acentuar la continuidad de la revelación a través de su devenir histórico hasta su · consumación en la visión celeste. El testimonio manifiesto de esta intención de la Asamblea conciliar nos sale al paso repetidas veces en los dos primeros capítulos de la DV. De la mano del texto conciliar llegamos en la historia de la revelación hasta Jesucristo 'la Palabra hecha carné, que con su presencia y manifestación, con sus 'palabras y obras' y, sobre todo, con su muerte y resurrección ha llevado a plenitud toda la revelación. Con Cristo ha entrado la revelación en su fase escatológica e irreversible, es decir, está destinada a durar · para siempre hasta que desemboque en la 'revelación ele la gloria'. Consumado el misterio de Cristo (> 82• La revelación entregada a la Iglesia y transmitida en la Iglesia se conserva 'íntegra' 83 por todas las edades de la historia. Su transmisión, sin embargo, en el seno de la comunidad eclesial es un proceso vital, sujeto al progl'eso y evolución de todo lo vital. Se trata de un proceso histórico sometido también -dentro de sus debidos límites- a la ley de cambios y transformaciones de la historia. La transmisión de la revelación en la comunidad creyen-82 DV, I, 4 : ETV, p. 426; Vat. II-BAC, p. 162. 83 «Quae Deus. . . revelaverat, eadem benignissime disposuit ut in aevum integra permanerent omnibusque generationibus . transmitterentur» : DV, II, 7 : ETV, p. 428. REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 247 te está caracterizada por esa tensión, que acertadamente se ha denominado 'asintótica', a saber, la ley de fidelidad al pasado para responder más conscientemente al imperativo del presente y abrirse a las exigencias del futuro sin traicionar el pasado 84• La presencia de la revelación en la comunidad creyente y su transmisión viva a lo largo de su peregrinar histórico constituye la '�nisión' del <> 85• Todas las categorías de personas dentro de la comunidad eclesial en el puesto y grado de responsabilidad propios contribuyen acti· vamente a la transmisión del mensaje revelado de la salvación. Por medio de la comunidad creyente queda garantizado el destino universal en el tiempo («in aevum>>) y en el espacio <(()mnibusque generationibus») de este mensaje de salvación revelado en Cristo. Es obvio que una existencia de la Palabra hecha carne, pro. longada en el tiempo y en el espacio, está en contradicción con la irrevocabilidad histórica del misterio de Cristo y con la constitución misma del ser humano. La continuidad, sin embargo, de esta ple· nitud de la revelación hecha en Cristo está asegurada hasta la Parusía por su vinculación con la comunidad escatológica de creyentes. En la Iglesia, la Palabra personal de Dios en Cristo perpetúa su presencia socialmente visible e histórica en el mundo. En la comu· nidad creyente ha creado la Palabra encarnada la expresión más genuina de sí misma, que asegura su continuidad en el espacio y en el tiempo. <>. La enmienda se basaba en dos razones : I.a La interpretación de los hechos de la vida de Cristo deben hacerla los Apóstoles en virtud de una revelación de Dios para que pueda ser objeto de fe divina. 2.a No entrar en discusiones sobre In posibilidad de una tradición apostólica que en su principio no haya sido de algún modo oral. La respuesta de la Comisión es bien precisa: ce Non affirmatur in textu nisi quod certum. est ex Novo Testamento. . . Minime negat revelationem per verba de operibus Christi; e contra eam affirmat sub N. 2 : cf. MO, ad N. 7, 9. La DV presenta en todos sus capítulos una doctrina sobre la revelación del todo coherente bajo este aspecto. Tanto en el concepto formal de revelación (N. 2), como luego en su proceso histórico, las obras y las palabras aparecen siempre como sus REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 251 exige el texto de la DV- por medio de la 'predicación no escrita'. Los Apóstoles han sido testigos directos de la revelación neotestamentaria con un conocimiento experimental adquirido en años de convivencia con el Maestro y que se extiende a las 'palabras y obras' de Cristo 97• Esta vivencia experimental de la revelación consumada en el misterio de Cristo no pudieron los Apóstoles traducirla exhaustivamente en fórmulas, que se transmitieran estereotipadas a las generaciones postapostólicas. El testimonio apostólico implica el ejercicio de una misión, que no puede agotarse en el ministerio estricto de la palabra. La realización del misterio cristiano en su ministerio apostólico trascendió toda su predicación y toda su actividad litúrgico-sacramental puestas al servicio de transmitir y hacer presente al mundo la revelación hecha en Cristo. Sin pretender formular una tesis 98, la constitución da la precedencia a las palabras, tanto en el recibir la revelación de labios de Cristo («ex ore, conversatione et operibus Christi») como en el transmitirla a la comunidad cristiana («in praedicatione orali, exemplis et institutionibus» ). La entrega sin reservas a este ministerio de la palabra es un rasgo característico de la conciencia eclesial en la comunidad cristiana en los primeros años de su existencia. Aquel celo incansable en los Apóstoles de predicar y extender el Kerygma evangélico sobre Jesús no podía tener otro origen que el ejemplo y mandato expreso del mismo Jesús histórico. Apenas fortalecida la comunidad con la posesión del Espíritu inaugura Pedro su predicación misional, que es una invitación a convertirse a la fe en Cristo y por el bautismo en su nombre a incorporarse a la comunidad de salvación. Otros Apóstoles imitan el ejemplo de Pedro y todos ellos deciden instituir el grupo de los 'siete' (Act. 6,1-6), que se encarguen de la actividad benéfica de la Iglesia, para poderse entregar ellos más exclusivamente al ministerio de la predicación. Lucas, que resumió la vida de Cristo revelador en 'hacer y enseñar' (Act. 1,1), junta también estos dos elementos en aquella instantánea que nos dejó de la vida de esta comunidad cristiana en los primeros años de su existencia recién fortalecida con la posesión del Espíritu de la verdad: «Y se entregaban con perseverancia a recibir la instrucción de los Apóstoles, a la mutua ayuda, a la fracción del pan, y a la oración» (Act. 2,42). La transmisión apostólica del mensaje de salvación revelado en Cristo se realizó no sólo en su dimensión 'nocional', sino también en elementos constitutivos. El binomio 'obras y palabras' nos sale de nuevo al encuentro en los capítulos IV y V, respectivamente, que describen la Econ()o mía de la salvación en la Vieja y en la Nueva Alianza y su consignación escrita en las páginas sagradas. 97 «ex ore, conversatione et operibus Christi» : DV, II, 7 : ETV, p. 428. 98 Cf. en este trabajo nota 24. 252 A. ANTÓN su dimensión 'real'. Ellos hicieron eficazmente presente esta salvación traída por Cristo testimoniándola con su palabra, con su actividad sacramental y con el ejemplo de su vida integralmente cristiana. Para la actuación concreta del misterio de Cristo tenían a su disposición algunas 'institucwnes' 99 sacramentales recibidas de Cristo. El no determinó personalmente muchas de estas instituciones, sino los Apóstoles, después del evento de Pentecostés con la asistencia del Espíritu Santo estuvieron capacitados para ir determinando esta actuación del mensaje revelado en la vida religiosa, sacramental y ética de la comunidad cristiana en conformidad con la mente del Jesús histórico. La transmisión apostólica de la revelación comprendió, pues, todo lo que habían oído y visto, o sea, las 'palabras y obras', durante la vida mortal del Jesús histórico y en su contacto con el Señor resucitado. Por eso el candidato a ocupar el puesto de Judas en el Colegio Apostólico ha de ser uno -según el discurso de Pedro-«de entre los hombres, que anduvieron con nosotros todo el tiempo, a partir del bautismo de Juan hasta el día que nos fue arrebatado hacia el cielo» (Act. 1,21-22). Tercero, si los Apóstoles en un primer lugar con la predica· ción oral, con la actividad cúltico-sacramental y con el testimonio de su vida fueron portadores de la revelación neotestamentaria, además, los mismos «Apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo» 100• De este modo el mensaje revelado pasa a las páginas de la Escritura < : DV, U, 8 : ETV, p. 429. lOO DV, U, 7 : ETV, p. 428; Vat. 11-BAC, p. 164. 101 «nostrae salutis causa » : DV, U, 11 : ETV, p. 434 ; Vat. 11-BAC, p. 169. REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 253 de la Escritura han sido confiados a la Iglesia 102 y constituyen su libro. Las páginas sagradas del Nuevo Testamento son la consignación escrita -espontánea y natural- de la predicación no escrita, comunicando así, a esta tíltima, un carácter especial de estabilidad. Una tendencia universalmente válida a conservar con mayor fidelidad el mensaje de salvación, objeto ya de la predicación oral, es también el móvil de los escritos neoteslamentarios. No pocos de estos, sin embargo, salieron al encuentro de necesidades particulares de personas y de Iglesias locales. Más aún, esta consignación escrita del mensaje revelado se presentó como un camino más apto para la difusión fiel al origen apostólico del mensaje revelado para salvación de toda la humanidad. El pensamiento central de no pocos escritos de S. Pablo es excitar a las comunidades locales a vivir la pureza del Evangelio que les ha predicado confrontándolo con la lectUl'a de sus cartas (Col. 4,16). El carácter de perennidad del mensaje revelado y consignado por escrito aparece más obvio y más garantizado. Esto mismo afirma la DV: ceLa predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin del tiempo» 103. Y Pablo recomienda encarecidamente a los cristianos de Tesalónica que conse1·ven las tradiciones que él les ha enseñado «de viva voz o por ca1·ta» (2 Tes. 2,15). Sin pretender entrar en el tema de las relaciones entre Escritura e Iglesia, de lo expuesto se desprende, cómo la Escritura en cuanto predicación escrita y transmisión escrita de la revelación en el tiempo apostólico haya pasado a ser un elemento esencial de la comunidad creyente portadora en el espacio y tiempo de esta misma revelación. Si estas páginas sagradas nacieron de la predicación oral y, por lo tanto, en un momento cronológicamente posterior, ellas han contribuido notablemente a la formación de estas comunidades locales, entregándoles el mensaje revelado, cuando el Apóstol no podía estar presente, y dirigiendo sus primeros pasos por el camino de la vida eclesial cristiana. Estos escritos se leían en el momento más intenso de la vida eclesial de una comunidad, es decir, en la celebración litúrgica. La Escritura es, pues, un elemento esencial de la Iglesia, no precisamente porque los Apóstoles y hombres de aquella generación la entregaran a la Iglesia ya plenamente constituida, sino por la Escritura misma ha surgido de ese misterio de comunión de vida eclesial de la Iglesia naciente y, por lo tanto, como un momento esencial de la misma Iglesia. Sobre el fundamento apostólico de la comunidad eclesial se perpetúa, sin interrupción, el destino universal en el tiempo y en el 102 Ibídem : «ut tales ipsi Eeelesiac traditi sunt». 103 DV, 11, 8 : ETV, p. 429 ; Vat. 11-BAC, p. 165. 254 A. ANTÓN espacio de la misión reveladora y redentora de Cristo. La continuidad esencial de la Iglesia apostólica en la Iglesia de la ópoca postapostólica hasta la Parusía del Señor es un principio fundamental de la eclesiología católica. La Iglesia ha sido instituida por Cristo para que permanezca 'apostólica' durante toda su existencia terrestre. La Iglesia del tiempo apostólico constituye en sus rasgos más característicos -el mensaje revelado y la fe en él es uno de sus elementos fundamentales- la norma para la Iglesia postapostólica. Una mirada al tramo que va de los Apóstoles a la Iglesia postapostólica, en otras palabras, a la revelación transmitida en y por la comunidad creyente, completará la perspectiva de este trabajo. En el artículo octavo de la DV, dedicado a la tradición viva de la Iglesia, nos sale al encuentro una vez más el binomio 'obr(U; y palabras' como elementos constitutivos de la revelación transmitida en la Iglesia. La presencia de la revelación en la comunidad eclesial se transmite vitalmente y abarca toda la vida de la Iglesia . La plenitud de la revelación hecha en Cristo no ha pasado exclusiva -ni aun principalmente- al Pueblo de Dios en forma de una serie de verdades y enunciados de fe más o menos fijos, para así perpetuarse en la historia, sino más bien este mensaje revelado se encarna en la vida toda de la comunidad creyente y en ella va realizándose vitalmente la historia de la salvación en su fase escatológica, es decir, en el tiempo medio de la Iglesia. La comunidad creyente es portadora de la revelación en todos los aspectos de su vida eclesial. Las palabras de la DV son bien significativas: «lo que los Apóstoles transmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe creciente del Pueblo de Dios ; así la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree» 104• La misión de toda la Iglesia, como portadora de la revelación desde la Ascensión hasta la Parusía de Cristo, se ha perfilado con nuevos detalles en esta descripción del objeto de la tradición. Esta se ha encarnado en toda la realidad vital del misterio de la Iglesia. La tradición no puede traducirse adecuadamente en enunciados verbales. La doctrina apostólica, la organización y vida de la Igle.sia, la interpretación de la Escritura y toda la actividad litúrgicosacramental en la Iglesia son otros tantos canales por donde fluye el mensaje revelado en la tradición viva de la Iglesia. La presencia de Cristo y la asistencia del Espíritu garantizan la identidad sustancial del mensaje revelado en cada situación determinada de su historia, con la 'predicación apostólica' 105 y en su tradición viva es capaz de ' . '; ¡;);�� 104 lbidem. 105 La expresión 'praedicatio apostolica' prevalece en el texto contra una propuesta de enmienda que hablaba de «las verdades que los Apóstoles revelan REVELACIÓN Y TRADICIÓN EN LA IGLESIA 255 discernir cctodo lo necesario para una vida santa y para una fe creciente del Pueblo de Dios)) 106• En la Iglesia, en cuanto portadora de la revelación, se verifican la unión y fusión más perfectas entre aquel1o que cree y lo que enseña y realiza en su vida comunitaria. Lo que la comunidad eclesial 'cree' está enraizado en lo que ella 'es' y lo que 'es' está enraizado en lo que 'cree'. Al tratar, pues, de la transmisión de la revelación en la Iglesia postapostólica, la Constitución DV establece una paridad de elementos transmisores con los arriba indicados para el tiempo apostólico, a saber: antes. predicación oral · ejemplos · instituciones 101 ahora, enseñanza • vida · culto. Estos tres elementos constituyen la existencia de una tradición 'real'. La comunidad creyente no sólo perpetúa una 'parádosis' doctrinal, sino real; manifestada en la to· talidad de la vida de la Iglesia, es decir, en todo lo que la comunidad es y cree. Aquella experiencia vital de los Apóstoles, como testigos directos de la vida, muerte y resurrección de Cristo, pasa de alguna manera a la experiencia eclesial de la primera comunidad cristiana. Era el testimonio de los que habían convivido con Cristo. La comunidad naciente vive en comunión con los Apóstoles (Act. 2,42) el misterio de Cristo en toda su vitalidad y saca de él lo que debe ser y debe creer. Cuando la DV describe a continuación la evolución progresiva y el desarrollo histórico de esta tradición viva, nos sale una vez más al encuentro el binomio 'palabras y obras' como los elementos constitutivos de la revelación transmitida en el seno de la Iglesia. «Esta Tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo, es decir, crece la comprensión de las palabras e instituciones transmitidas . . . )) 108• Siendo la tradición del mensaje revelado una función vital de la Iglesia, está también sometida a la ley del progreso histórico que es condición indispensable de la existencia misma de esta comunidad de creyentes en la historia. de viva voz y no se conservan en los libros sagrados». (Cf. MO, ad N. 8, 21 ). La respuesta de la Comisión es doble : el término 'praedicatio' enloza directa· mente este artículo con el tema precedente y en su generalización 'incluye todo' sin entrar en especificaciones, como el problema de la extensión respectiva de h Tradición y Escritura, que la Asamblea quiso siempre evitar. 106 DV, II : ETV, p. 429; Vat. li-BAC, p. 165. Una propuesta de enmien· da de última hora pidió invertir el orden de 'vida santa' y 'fe', basada en que la fe precede a la vida santa. La respuesta de la Comisión es negativa, porque en este contexto se trata del aumento de la fe. Cf. MO, ad N. 8, 27. lOl Cf. en este trabajo p. 251 s. 108 DV, 11, 8 : ETV, pp. 429-430; Va t. 11-BAC, p. 165 : <

Teología y Derecho canónico.

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