Basta con adentrarse unas pocas líneas en la obra de Felisberto Hernández, para intuir, percibir, un profundo misterio, como si en cada frase se escondieran las raíces de un entero imaginario poético. Sería restrictivo referirse a una extraordinaria densidad de la escritura para evocar la continua y embriagadora presencia de imágenes y sugestiones que desplazan al lector y lo envuelven en un vórtice de inéditas asociaciones de ideas, de objetos cotidianos que adquieren una existencia profunda, o de acciones simples que a través de una mirada nueva e íntima sobre el mundo se transforman en aventuras oníricas extraordinarias. Una peculiar concepción del genero fantástico rige y multiplica la fuerza evocadora de esas alquimias cotidianas y el...