El desafío abordado consiste en pensar al juego como operación profanatoria, tomando este concepto desde el prisma de Giorgio Agamben. En el campo de la educación física, cuando circunscribimos el juego alos mandatos cuasi sacralizadosde los deportes, entramos en una suerte de acción desprofanatoriaAsí, le quitamos su potencialidad abierta y lo encerramos en lo que se nos impone desde un afuera que tiene sus propios propósitos bien definidos.Se lo incorpora a una estructura rígida y se lo museifica.El juego se convierte en un puro ludus, en una mercancía más de la religión capitalista, en donde todo está hipercodificado, hipernormatizado y en donde la posibilidad de profanar queda casi absolutamente vedada.Volver a la paidia, invocar el reg...