En la Argentina, y muy especialmente en la ciudad de Buenos Aires, la modernización capitalista dio lugar a la participación de las mujeres en una amplia gama de actividades asalariadas de los sectores secundario y terciario de la estructura productiva. La presencia de las vendedoras o "empleadas de mostrador" se destacó en el sector comercial. Los principios de género dominantes, bajo las premisas de un "contrato sexual" -en palabras de Carol Pateman -concibieron al trabajo femenino como una actividad adversa. La tríada necesidad, transitoriedad y complementariedad le otorgaron un carácter excepcional. Sin embargo, la ocupación de vendedora combinó las concepciones de adversidad con elementos de respetabilidad que les otorgaron a las mujer...