Ética profesional farmacéutica.

He seleccionado este trabajo, no con la pretensión del doctorado en la materia, pero sí, con el sincero deseo de contribuir a manera de orientación, o acaso, de ruta en la reivindicación de nuestra honrosa y humanitaria profesión, dada la incorrecta actuación de algunos Farmacéuticos, que han trocado las normas de Ética profesional, en medios de una mal entendida explotación económica, restando méritos a tan honesta función social. Tengo entendido que la Ética es un producto social y de consiguiente, es reflejo de las condiciones de desarrollo que en determinado momento operan en la sociedad. En efecto, ya Pedro Kropotkin, famoso tratadista ruso ha dicho: "La moral es un producto natural de la evolución de la vida social, no solamente en el hombre, sino en casi todos los seres vivos, la mayoría de los cuales ofrecen ya algunos rudimentos, cuando menos, de las relaciones morales". "Todo el progreso humano está íntimamente ligado a la vida social, la vida en común engendra natural e inevitablemente en los hombres y en los animales el instinto de sociabilidad y de ayuda mutua, cuyo desarrollo subsiguiente hace nacer en los hombres los sentimientos de simpatía y afecto". "En estos sentimientos e instintos reside el origen de la moral, concepciones y representaciones, que en último término se transforman en la que es regla fundamental de todas las disciplinas morales: no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". De ahí es fácil deducir, que las normas Éticas correspondientes a hace 25 años para el caso, cuando El Salvador vivía una etapa de desarrollo inferior a la actual, en que aún no actuaban con demasiada pujanza los intereses mercantiles internacionales, en que aún no habían aparecido esas novedosas drogas que han revolucionado la Terapéutica y la Química, por sus resultados extraordinarios efectivos tales son los antibióticos últimamente descubiertos (penicilina, sulfas, etc.) y que han maniatado a los profesionales que tienen que ver con ellos a las estrechas especulaciones económicas de grupo, dando por resultado luchas públicas revestidas de folklore romántico a manera de justificación. En aquella época, ante la falta de atractivos económicos abultados les fue fácil a los profesionales llevar con comodidad las rígidas normas éticas profesionales que envolvían a manera de aureola de honorabilidad y respeto, las profesionales liberales que se ejercían, Pero no debe entenderse en ninguna forma que el analizar las causas de determinada situación, se esté tratando con ello de justificar las inmoralidades diarias