La falta de formación de los directivos limita las posibilidades de expansión empresarial.

Hubo un tiempo en el que el principal factor de producción era la tierra, su posesión garantizaba la riqueza. Más adelante conforme las instituciones empresariales y económicas se desarrollaron, el factor productivo clave pasó a ser el capital. El movimiento de capitales y las inversiones fueron los dinamizadores de la economía, pues los sectores emergentes pasaron de ser intensivos en factores naturales a serlo en capital. En la actualidad, desde hace varias décadas, somos testigos de un nuevo cambio en el modelo de producción. Sólo es necesario echar un vistazo a las empresas que copan los primeros puestos en los rankings internacionales para entender cuál es el factor intensivo en ellas, el conocimiento. Sobre el directivo recae la responsabilidad de rentabilizar el conocimiento, siendo la formación y la experiencia los elementos clave para operar en entornos intensivos en él. Diversas economías, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, se enfrentan al reto de la profesionalización de sus directivos y España no escapa de esta necesidad. Según el ranking elaborado por el Foro Económico Mundial en 2017, España ocupa el puesto 144 en cuanto a la calidad de la formación de sus ejecutivos, el 95 en lo que respecta a la formación de la plantilla y el 59 en grado de confianza de la gestión profesional. Según el presidente de la Asociación Española de Escuelas de Negocios (AEEN), Alfonso Luengo, actualmente se presta una mayor atención a la formación de los empleados de base que a la de los directivos. Esto se explica por la falta de tiempo de estos últimos y a las mayores disponibilidades de ayudas para la formación de empleados. Esta opinión, emitida en el último Congreso Nacional de Escuelas de Negocios, suma a la percepción de autosatisfacción que, señalada en este mismo foro por Alfonso Luengo, director de Fundae (antigua Fundación Tripartita). Según el Observatorio de Competitividad Empresarial de la Cámara de Comercio de Madrid, un 55% de las empresas considera que sus directivos tienen un alto nivel de cualificación, contrastando los datos con señalada posición en los rankings internacionales. El Banco de España en su último informe anual señala que los empresarios y directivos españoles están peor preparados que sus homólogos europeos. El informe alerta sobre la imperiosa necesidad de reforzar la formación de directivos pero también de trabajadores asalariados y emprendedores. Además, el Banco de España indica que los pobres resultados en habilidades directivas se atribuyen a un menor grado de profesionalización y a una menor formación de los cuadros directivos, hecho que se intensifica en el caso de las pequeñas y medianas empresas. Esta opinión es refrendada por la World Management Survey, en la que se destaca que los españoles están a la cola de las grandes economías europeas en cuanto a capacidades de los empresarios