Marción profesa un severo pesimismo cosmológico y antropológico, que tiene su punto de partida en la pregunta acerca del origen del mal y en una comprensión literal de algunos versículos bíblicos. Esta valoración repercute en una valoración también negativa del Creador (confirmada por la imperfección del mundo y el pecado del hombre). El Dios Verdadero, por su parte es totalmente extranjero respecto del hombre y del mundo. Este carácter extranjero, propio del Dios Supremo, impide que este se valga de las realidades creadas para revelarse. El mundo es adversario del Dios Bueno. Por lo tanto, ninguna realidad creada puede servir de mediación entre el alma del hombre y el Verdadero Dios: se plantea una salvación sin mediaciones. La última part...