Aldo Oliva (1927-2000) es un poeta decididamente orientado hacia “la profundidad del significado”, como dice Roberto García. Y sin embargo, esta preocupación no lo lleva a buscar limpidez y claridad en sus poemas, a ofrecer construcciones sencillas y transparentes. Por el contrario, el sentido se ve constantemente oscurecido (pero al mismo tiempo potenciado, dinamizado para usar un término formalista) por complejidades rítmicas, métricas, fónicas, intertextuales. En Aldo Oliva sonido y sentido se buscan, se persiguen, se rechazan, y si bien nunca terminan de encontrarse y de coincidir (de ese desajuste vive su poesía), ese movimiento, ese magnetismo no deja de tener consecuencias fónicas y semánticas. ¿Cómo se conjugan, entonces, ritmo y se...