Pequeño y estacional no quiere decir insignificante: por qué vale la pena defender los humedales pequeños y temporales

La presencia de ecosistemas acuáticos y humedales en el paisaje se lleva mal con la actual tendencia a la industrialización a la hora de producir alimentos. Hace ya al menos tres décadas que se desprecia la protección de los sistemas de menor tamaño y/o régimen de inundación más discreto e inundación efímera y ocasional, pero también que se gestiona sus hermanos de mayor pedigree en la conservación con una suerte de despotismo ilustrado que pretende corregir el "pecado orginal" de la naturaleza mediterránea: la temporalidad, prolonganod el periodo de inundación y aumentando la profundidad del agua, lo que a menudo implica mayor aporte de materia orgánica y nutrientes, porque se hace con aguas residuales mejor o peor depuradas, y nunca lo suficiente. El presente es aún más terrorífico, porque la globalización y la pandemia de CoVid-19 se utilizan como argumento para aumentar la competitividad de la producción industrial de alimentos, habiéndose materializado en muchos paises y comunidades autónomas españolas en una relajación o supresión de normativas ambientales. Pero el futuro debe ser diferente, porque nuestros humedales más humildes nos dicen que su supervivencia está íntimamente ligada a la de nuestra civilización, de manera directa (por los servicios que prestan, también a la agricultura y a la ganadería) o indirecta (como vigías de los cambios ambientales y del cambio climático)