Captación de agua de lluvia ante la crisis hídrica regional

En las distintas regiones del mundo se han desarrollado técnicas y estrategias encaminadas a cubrir las necesidades de abasto de agua para todos los usos; así encontramos impresionantes obras ancestrales de alumbramiento, derivación, almacenamiento y distribución de agua en los asentamientos humanos. En la región Maya de México se reconocen las obras conocidas como “chultun” que hace referencia a una obra de almacenamiento de agua de lluvia; en el Valle de México, la cultura hidráulica de sus pobladores para el manejo del agua de los lagos; al devenir del tiempo, estos sistemas fueron abandonados o sustituidos paulatinamente por los sistemas de perforación, extracción y conducción por entubamientos; otras modalidades han sido la construcción de grandes embalses y el trasvase de ríos y cauces para el abasto a poblaciones humanas, centros industriales y agropecuarios ubicados, incluso, en regiones distantes; configurando así, un escenario donde la escasez física del agua se ha asociado a la falta de inversiones económicas para desarrollar la infraestructura necesaria para garantizar el abasto a los centros de consumo; dejando de lado, el análisis de los impactos ambientales y sociales de esas obras en los lugares de extracción, modificación de cauces y reducción volúmenes. En los últimos meses, en México, la noticia más alarmante, después de la pandemia del COVID-19, ha sido la reducción e incluso falta de agua para consumo humano en algunas colonias de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, asunto que nos invita a reflexionar sobre la sustentabilidad del “modelo de gestión del agua (abasto-tratamiento-conducción-distribución)”, sobre todo, si consideramos que mayor volumen de agua para algunos usos significa menor abasto para otros, ya que, las fuentes de abastecimiento son las mismas. En el presente escrito se exponen los resultados de revisión documental, cuyo propósito es rescatar y difundir el potencial que tiene la captación de agua de lluvia en la producción de cosechas a diferentes niveles de escala e intensificación, lo que permitirá, no solo, la producción de alimentos nutritivos y saludables también es una estrategia para el fortalecimiento de la “nueva cultura del agua” y valorar el conocimiento local para la gestión sustentable