Reseña concierto Cuarteto Emerson: Perro viejo ladra echado

Reseña acerca del concierto del Cuarteto Emerson (Estados Unidos) realizado el domingo 17 de septiembre de 2017 en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá como parte de la Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República 2017.Perro viejo ladra echado Por Esteban Bernal Carrasquilla* Iniciando el 2017 participé en un taller de crítica musical con un reconocido escritor estadounidense radicado en Italia quien, con la autoridad que su destacado prontuario como novelista, crítico y libretista de óperas le otorga, nos ofreció luces para ejercer la difícil tarea de reseñar conciertos. Dos de sus recomendaciones respecto a cómo acercarse a la labor de reseñar la experiencia de asistir a un concierto calaron en mí: por un lado, tomar la decisión de realizar un estudio previo del repertorio para dar opiniones fundamentadas; por otro, evitar ‘contaminarse’ con información para dejarse sorprender y escribir de manera personal —desde la introspección y sin traicionar las propias creencias—. A continuación registro, entonces, impresiones auténticas y espontáneas de quien decidió escuchar al Cuarteto Emerson —uno de los ensambles de música de cámara más aclamados del mundo, sin informarse de forma previa acerca del repertorio que presentaría—. El concierto inició con un cuarteto de Wolfgang Amadeus Mozart. Más allá de unas cuantas desafinaciones en el primer movimiento —extraño en una agrupación con tan distinguidas credenciales, me sorprendió que la interpretación se me antojara bastante plana a medida en que la música avanzaba (quizás el adjetivo adecuado sería ‘conservadora’ en vez de ‘plana’, pero me estaría traicionando). Asustado por las notas carentes de emoción con las que en mi cuaderno calificaba de ‘correcta’ la ejecución de uno de los cuartetos más importantes de las últimas décadas, decidí cerrar mis ojos y esperar que la sorpresa llegara. Escuché con claridad la forma, los materiales, las partes, la justa conducción melódica y armónica, y el balance del ensamble. Pero la sorpresa no llegó. Destacó, eso sí, el papel del violista Lawrence Dutton, quien agregaba color y calidez a la obra. Si bien la belleza del repertorio del Clasicismo radica, según los musicólogos, en el aforismo de la forma y en cómo todo el material está en función de esta, la interpretación ‘histórica’ –dijo una amiga musicóloga asistente, fue demasiado correcta para mi gusto. El cambio de obra vino con un cambio en la disposición del cuarteto: hubo una alternancia en el puesto del primer violín, para interpretar ahora la obra de Robert Schumann —compositor del Romanticismo de quien su música es ontológicamente expresiva. Si bien la forma sigue siendo un patrón en el Romanticismo, uno de sus aforismos tiene que ver con lo expresivo como reflejo de lo más íntimo del músico —ahora artista, quien ya no necesariamente desarrolla su lenguaje a expensas del mecenazgo aristócrata. En ese sentido, mi expectativa era distinta. Y justo antes de que retomaran, recordé una bella película estadounidense de 2012 llamada A Late Quartet. Es la historia de un famoso cuarteto de cuerdas de Nueva York (como el Emerson) que en un punto de madurez profesional atraviesa por una profunda crisis debido a las intenciones del protagonista de la película de convertirse en el primer violín del ensamble. Con esta referencia y, al reiniciar la música en una nueva disposición de instrumentos, empecé a entender el significado de semejante osadía: implica cambiar por completo la sonoridad del conjunto, y de paso, su identidad. Se notó en esta parte del concierto una apuesta contrastante con lo antes escuchado. El manejo del tempo y sus fluctuaciones, de las dinámicas de intensidad, de la textura articulada entre instrumentos, y de los contrastes entre partes fue magistral. Inclusive, la comunicación corporal entre el grupo cambió. A través de una interpretación más que correcta, diría espléndida, de la hermosa música para cuarteto de Schumann, el Emerson demostró maestría como conjunto y de manera individual en cada una de sus partes. La viola me sorprendió de nuevo, por su papel fundamental para lograr un sonido robusto que ayuda a balancear la brillantez de los violines. Para mi pesar, en la segunda parte del concierto, el ensamble regresó a su disposición original, esta vez para tocar el Cuarteto No. 1 de Johannes Brahms. Como de nuevo no sentí empatía alguna con lo que escuchaba, salvo por esa bella viola, leí las notas al programa y encontré que dicha obra era importante por ser una ‘larga ponderación’ del lenguaje del Clasicismo y la posterior herencia de Schumann. Me pareció curioso no notar relación entre lo que leía y lo que escuchaba. Me parecieron aún más curiosas las ovaciones de gran parte del público, que se levantó de sus sillas al finalizar el concierto. Se mostraban bastante satisfechos. ¿Habrán hecho la tarea que yo omití? Perro viejo ladra echado, dice un popular adagio colombiano. Significa que a mayor edad o sabiduría, uno se arriesga menos porque 'sabe lo que hace’. Me pregunto hasta qué punto la experiencia puede aletargar al artista veterano. Pero me lo pregunto desde mi posición como un crítico —cachorro— que, con el rabo entre las piernas, se anima a condenar a uno de los cuartetos de cuerda más venerados por el público en el mundo. Por lo pronto, me dispongo, expectante, a escuchar a la violista Hsin-Yun Huang, quien toca por estos días con la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Reseña sobre el concierto del Cuarteto Emerson ofrecido el domingo 17 de septiembre de 2017 en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango como parte de la Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República. *Esteban Bernal Carrasquilla. Guitarrista clásico egresado de la Universidad Javeriana y magíster en relaciones internacionales de la misma institución. Su tesis de maestría fue una investigación acerca del papel que desempeñó el jazz en la Guerra Fría como una herramienta de política exterior de los Estados Unidos desde la diplomacia pública/cultural. Tiene experiencia como asesor de diplomacia cultural en la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores. También como gestor de proyectos educativos en comunicación, lenguaje e información en la Universidad Javeriana. Es programador, libretista y locutor en la franja de jazz de Javeriana Estéreo y conduce su propio programa, Los Embajadores del Jazz, en la UN Radio (emisora de la Universidad Nacional)