Reseña concierto Ángeles Hoyos: La metamorfosis

Reseña acerca del concierto de la violinista Ángeles Hoyos (Colombia) realizado el jueves 27 de septiembre de 2017 en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá como parte de la Temporada Nacional de Conciertos del Banco de la República 2017.La metamorfosis Por Angélica Daza Enciso* El pasado jueves 28 de septiembre en el marco de la Serie de los Jóvenes Intérpretes, en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, tuvo lugar un evento sorprendente: ‘la metamorfosis’ de la joven violinista colombiana Ángeles Hoyos. Mientras la sala se llenaba, era posible oír el murmullo inquieto de muchos jóvenes, hablando de cuartetos, sonatas, concursos. Casi parecía un salón de clase. Compañeros y colegas que vinieron a brindar apoyo a esta joven promesa del violín. De pronto ella salió al escenario. Se veía tan pequeña, tan indefensa con su pequeño instrumento en las manos, sin atril, sin pianista acompañante, completamente sola. En el programa figuraban piezas difíciles, como una partita de Bach y tres sonatas para violín solo, todas de periodos muy distintos, con notorias dificultades interpretativas. Y ella, allí, dispuesta a aceptar el reto. De pronto, sucedió la magia: apareció el sonido y ella, que se veía tan indefensa al comienzo, fue ganando en seguridad y creciendo mientras que la música se apoderaba de cada rincón de la sala. Esa misma, que minutos atrás se veía grande y vacía, ahora estaba inundada de sonido. La primera obra que interpretó fue la Partita para violín No. 3 de J. S. Bach, con sus hermosas frases conducidas con inteligencia, planos sonoros claramente definidos y contrastes —casi juguetones— de la música barroca, perfectamente bien interpretados. Sin embargo, el sonido muchas veces me pareció tenue, lo que fue más notorio porque en algunos movimientos también fue muy claro y lleno, con una perfecta adherencia entre el arco y la cuerda, como fue el caso del Menuett II. La verdadera transformación comenzó con la segunda obra, la Sonata para violín solo en mi menor de Eugène Ysaÿe, obra compuesta a comienzos del siglo XX. Exigente y virtuosa por el uso de acordes simultáneos y por la agilidad y rapidez que exigían, la obra permitió a la intérprete crecer un poco más. Gestos grandes y generosos, manejo impecable del arco y por ende un sonido con más cuerpo fueron en general las sensaciones que me produjo esta interpretación. Hoyos se fue transformando, empoderándose de su papel. Algunos pequeños errores de afinación no impidieron que llegara hasta el final de esta complicada partitura. Ángeles se subió al caballo y no se cayó. Interpretó esta obra con gran brío. Después del intermedio, ninguno de los asistentes tenía idea de lo que vendría. La artista cambió el vestido de gala con el que interpretó la primera parte, por un vestido de pantalón y corbata, mucho más masculino, pero también juvenil. ¿Fue este su sello de originalidad? ¿Hay algún tipo de mensaje en este gesto, o simplemente la interprete buscaba comodidad? No lo sabemos. Lo que sí me quedo claro es que estábamos siendo testigos de una metamorfosis. Y no me equivoqué, pues cuando empezó la Sonata para violín solo en sol mayor de Ivan Khandoshkin, la que pareciera una niña indefensa apareció ante el público como una verdadera intérprete, segura y con una madurez musical que superaba el simple dominio de la técnica. En el último movimiento, Andante con variazioni, encontré todo lo que podía desear: agilidad, articulación, afinación, virtuosismo, sonido claro, preciso y con cuerpo. La penúltima obra fue un arreglo que hizo su hermano Leonardo Federico Hoyos, también violinista, de una obra original para flauta de Francisco Zumaqué, el Arqueopterix. Aventurándose a descubrir sonidos y tímbricas diferentes en el instrumento, fue una interpretación en la que pude descubrir, además de las cualidades anteriores, un verdadero deseo de apropiarse de la obra. La naturalidad con la que la abordó hacía sentir que la había tocado toda su vida pues los nuevos sonidos brotaban sin dificultad y la frase musical se construía sin tropiezos. Lo que más me impresionó fue el sonido que en este punto del concierto ya se había desarrollado plenamente, perdiendo timidez e inseguridad. Era amplio y generoso. Definitivamente otra artista en todos los sentidos de la palabra. Para finalizar, Hoyos interpretó la Sonata para violín sólo en re menor de Eugène Ysaÿe fue sin duda la obra cúspide del concierto. Descubrí aquí un último ingrediente: la emoción —fundamental para obtener un verdadero intérprete—. Ángeles creció diez años en cuestión de una hora. Finalizó con un pasaje muy virtuoso que le valió la ovación del público. Empezó como una intérprete tímida pero se apropió de su papel entregando todo de sí en el escenario. Quizá fue el cansancio el que motivó que no interpretara otra obra para finalizar, lo que suele ser costumbre en los conciertos de esta serie. Y es de entender: asumió el reto y logró llegar hasta el final de su objetivo. De memoria y sin titubear, un concierto maratónico. Bravo. Reseña sobre el concierto de Ángeles Hoyos ofrecido el jueves 28 de septiembre de 2017 en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango en el marco de la Serie de los Jóvenes Intérpretes. Hoyos también se presentó en Sincelejo, el miércoles 20 de septiembre en el Teatro Municipal; y en Montería, el jueves 21 de septiembre en el Auditorio de la Universidad del Sinú en el marco de la Temporada Nacional de Conciertos 2017 del Banco de la República. *Angélica Daza Enciso es maestra en música con énfasis en música antigua. Tiene una maestría en Musicología de la Universidad de la Sorbona de París. Cantante y violista, ha realizado investigaciones sobre organología barroca y tiene un diploma como directora de canto gregoriano. Actualmente se desempeña como traductora y maestra. Asimismo, colabora en la biblioteca musical de la orquesta Filarmónica Joven de Colombia y la Biblioteca Luis Ángel Arango dentro de las charlas preparatorias a los conciertos