¿Cómo pensar la venida del fenómeno, su donación, sino desde un viviente parlante que lo saluda desde la lejanía, que lo invoca porque ya se siente llamado? ¿Cómo pensar dicha visita extraña sino como la imposibilidad de darle acogida en lo de sí? ¿Cómo pensar la partida necesaria de este huésped sino como una cierta nueva apertura de una herida que ya parecía cerrada y que hay que volver a suturar? El fenómeno arriba en su ser saludado, en la respuesta a su invocación, pero a sabiendas que su invocación solo me llama porque ya lo he saludado. En esta tensión imposible entre el que arriba y el que recibe, donde la primacía y el “primero” se indistinguen, donde la soberaníaes diferida en pos de un “encuentro”, el paso por lo propio del extra...