En su autobiografía Un pintor ante el espejo, Emilio Pettoruti dedicó algunas líneas a evocar la personalidad de los maestros que conoció durante su breve paso por la Academia de Bellas Artes de La Plata. La semblanza de uno de ellos resulta llamativa, no tanto por las cualidades que le atribuye como pedagogo, sino por la pintoresca descripción de su apariencia y comportamiento. Este profesor, según el relato de Pettoruti, Era un hablador impenitente que creía en su genio y adecuaba su comportamiento y su vestimenta a la idea que de él se hacía, de donde la autosuficiencia en la forma de dirigirse a los demás, su bastón ensayando ruedos, su corbata voladora, su larga melena y sus anteojos retintos, figura bien conocida en la ciudad tranqui...