Del «PIB» al «IDI» («Índice de Desarrollo Inclusivo»): ¿«ética» o «cosmética» de la élite económica?

1. Los líderes económicos y políticos mundiales (exposición sin recato de la verdad de las «puertas giratorias») se reunieron un año más en esa semana festiva (23-26 de enero de 2018) en que se ha convertido para la élite político-económica el Foro de Davos (exclusiva estación suiza de esquí) o Foro Económico Mundial (World Economic Forum –WEF–). En esta ocasión tuvo lugar bajo el lema, paradójico en extremo, «Creando un futuro compartido en un mundo fracturado» («Visions for a Shared Future»). La respuesta política y civil que se propone a tales fracturas apela, además de a la necesidad de «grupos visionarios» (vid. «Visiones para un futuro compartido» en <weforum.org>), a la cooperación solidaria entre todos los Estados y todas las personas sobre la base de la –pretendida– preferencia del interés común del bienestar de la humanidad tomado como un todo, en detrimento de la pura lógica sumatoria de intereses individualistas. De ahí que, en un clima que rezumaba optimismo a raudales para las perspectivas económicas de futuro, el muy recurrente discurso institucional sobre «crecimiento inclusivo» tuviese un protagonismo particular, precisamente al tiempo que la práctica totalidad de los indicadores más serios y solventes ponían de manifiesto el galopante crecimiento de las «desigualdades» (fracturas sociales), también en buena parte de los países desarrollados y, entre ellos, «destacadamente» en España