Es decisivo reconocer que, tanto para la teología latina en Estados Unidos como para la teología en América Latina, la historia es lugar donde Dios se muestra. De allí que el quehacer teológico, en ambos contextos, es en cierta medida un acto de discernimiento del modo en que Dios se da a conocer y de los lugares y experiencias de esta revelación. La historia es lugar del misterio, de allí que también es espacio de decisión. En esta colaboración enfocaré mi propuesta hacia algunas teologías que tienen la peculiaridad de tomar la identidad de las comunidades históricas presentes en ambos contextos y sus desafíos vitales, experiencias humanas ubicadas en el umbral de la vida y la historia. Comunidades crucificadas que son las que test...