Actos que recrean las raíces: una apuesta por la Vida con el cuerpo y la memoria

Cada uno de los integrantes de este grupo se ha preguntado en algún momento por aquello que la muerte le dice a la vida. Cuál es el mensaje que nos da la muerte cuando nos encontramos frente a frente con sus espejos. Nos encontramos con estas imágenes de la muerte que nos interrogan de manera cotidiana: en la muerte del otro, en la muerte propia, en la vida que está agotándose al borde de su desaparición, en las pequeñas y grandes pérdidas que acompañan la vida como el desarraigo, las relaciones que llegan a su fin, los momentos de transición en la vida que marcan un antes y un después en nuestro desarrollo humano y en el reconocimiento de la memoria que nos marca como un paso más en la historia de las generaciones. Lo que se reveló como el mensaje que trae la presencia de la muerte, es que ella y la vida son dos caras de la misma moneda. Incluir a la muerte como un hecho inherente a la vida y no como algo contingente que podría evitarse, afirma de manera determinante nuestro lugar en el mundo y da una nueva consistencia a la vida. Si no disponemos de la eternidad no es posible someter nuestros propósitos al continuo aplazamiento, además la belleza de la vida es afirmada por la presencia de la muerte, la flor es hermosa precisamente porque es perecedera, solo disponemos de su presente para contemplarla. Freud anota el efecto que tiene nuestra actitud ante la muerte: la vida se empobrece, pierde interés, cuando la máxima puesta en el juego de la vida, que es la vida misma no puede arriesgarse. Se vuelve tan insípida e insustancial como un flirt norteamericano