Ocho estudios sobre la escucha y un paisaje sonoro

Uno de los intereses más recurrentes que he tenido en mi proceso musical, es encontrar la forma de profundizar y mejorar cada día la manera de escuchar música. En la mayoría de academias, universidades e instituciones de educación musical en Colombia, lo tradicional es estimular el desarrollo auditivo del estudiante de una manera idiomática. Esta manera de acercar a los estudiantes a la escucha, se basa en aspectos musicales considerados como tradicionales como la tonalidad funcional, el manejo de intervalos que se desprenden de la escala cromática, la figuración rítmica de tradición europea, etc., lo cual puede ser muy útil para el músico que desee enfocar su vida profesional solamente, en músicas que contengan esta manera particular de enfrentar el proceso musical -que desde luego es muy importante por el gran número de músicas que se desarrollan según estos parámetros-, pero para el músico que desee trabajar también con otro tipo de herramientas, recurriendo para ello a una gama más amplia de posibilidades -como los sonidos que son producidos a diario por la vida misma-, y quiera desarrollar una audición más allá de los conceptos arriba mencionados, podría resultar insuficiente. Cabe destacar que para muchas personas incluyendo músicos profesionales- la música es un fenómeno ajeno a los sonidos producidos por la vida diaria, por lo cual en muchos casos, éstos pasan desapercibidos incluso teniéndolos enfrente. En mi concepto, si a estas sonoridades se les ve de una manera distinta, pueden ser una fuente inagotable de piezas y estilos musicales