El impacto de la acción humana sobre los paisajes de todo el mundo en las últimas décadas confirma la necesidad de replantearnos la forma en la que gestionamos el territorio. La toma de conciencia sobre la emergencia climática y las desigualdades generadas por la globalización reclama una búsqueda sistemática de compromisos globales que se apoyen en acciones locales de los países y las naciones. Estamos obligados a atender la identidad de los territorios a la hora de tomar decisiones sobre ellos para promover un uso sostenible y diversificado a través de sus recursos endógenos, huyendo de criterios generalistas y de dinámicas automatizadas que niegan la casuística específica de cada lugar. Un nuevo paradigma del patrimonio cultural como eje...