La controversia sobre la prostitución se articula en diversas arenas públicas (académicas,activistas e institucionales) siguiendo patrones de actuación ritualizados que derivan de un estilo y de una resonancia afectivos marcados, desde la Conferencia de Barnard, de 1982, por la ira y la indignación. Esta tonalidad o flow afectivo, que desde el enfrentamiento define la relación entre el movimiento abolicionista y el proderechos en el seno del feminismo, genera un acuerdo afectivo que modula las disposiciones emocionales de los participantes y la intensidad afectiva del debate.Desbloquear la controversia implica cuestionar el acuerdo vigente, indagar en los afectos y emociones comunes, para abrir espacios desde los cuales imaginarse un horizo...