La estrellica de La Lozana andaluza y una burla anticlerical sobre el papa León X

La presencia de la sífilis en La Lozana andaluza, esencial para la comprensión de la obra y de predominante protagonismo en sus tramas, se suele explicar recurriendo no solo a la consciencia individual de su autor, Francisco Delicado1, como representante de otros muchos que al igual que él padecieron el mal francés en la Roma del Quinientos, sino también como una metáfora de más profundo calado: la de una enfermedad que corroía por dentro a la cristiandad en su conjunto durante aquella misma época2. La crítica académica ha asumido que la redacción de la obra se asemeja a «un proceso estrechamente vinculado con la enfermedad y el sufrimiento físico»3, enfatizando esta característica como la esencia de un autor omnisciente que, enfermo de sífilis, es la voz autobiográfica del propio Delicado. Asimismo, se suele considerar al párroco andaluz emigrado a Italia como un testigo privilegiado de la presencia española en Roma, una especie de portavoz generacional de la sociedad que asistió atónita al derrumbe del omnímodo poder del papado romano bajo el empuje efervescente de la reforma luteran