A comienzos del siglo XX, en un contexto general de adaptación de las ideas religiosas a concepciones vinculadas con la modernidad y el progreso de la ciencia, se formalizaron una serie de prácticas asociativas de carácter secularizante que oficiaron como intermediarias entre la sociedad civil y el poder político. Las nuevas sociedades, surgidas de la organización política de los territorios nacionales, sobre todo en sus capitales, parecen haberse convertido en un ámbito más que propicio para este tipo de formas asociativas más características de la modernidad liberal. La ausencia de sociedades de corte tradicional, como las existentes en las provincias de cuño católico, antiguamente vinculadas al orden colonial, habría facilitado tal desar...