Educación digital, inclusión, emprendimiento

Este segundo volumen de la colección Caño Cristales, que ve la luz en un año de distancia desde el primero, continúa persiguiendo su intención de testificar el cambio y el devenir de los temas investigados: educación digital, inclusión, emprendimiento. La educación superior ha surgido en la pandemia por la COVID-19 con aceptación y entusiasmo por los cursos en línea o híbridos, eligiendo modelos educativos y tecnológicos innovadores para educar y fortaleciendo, al mismo tiempo, su compromiso hacia la diversidad, la equidad, la inclusión, la sostenibilidad. Ahora urge la conciencia de que las tecnologías remotas y redes digitales cambian y modifican el ambiente de aprendizaje, crean inequidades, por ejemplo, entre estudiantes de estratos sociales diferentes o amplían la brecha entre los que tienen ventajas digitales y los que luchan para acceder a internet y a los dispositivos básicos necesarios. Además, cada estudiante, hombre o mujer, debe alcanzar el nivel apropiado de competencia, es decir, conseguir una alfabetización digital adecuada, un componente fundamental de las competencias básicas existentes, como el lenguaje y las matemáticas. Desarrollos y regulaciones deberían fundarse sobre los valores humanos, como nos recuerdan los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 2030, sin socavar la diversidad, sin crear nuevas desigualdades. Sobre todo, urge evitar una división entre países: los problemas y las infraestructuras, especialmente las relacionadas con la conectividad a internet, aún deben abordarse. Al mismo tiempo, necesita prestar gran atención a la brecha de género existente en la digitalización, consecuencia de una desigualdad que se origina en las dificultades culturales de acceso a las disciplinas STEM. Sólo una educación apropiada puede asegurar los derechos humanos y crear las condiciones para comprometer a las mujeres en el diseño de algoritmos, análisis de datos o toma de decisiones basada en datos. Renovar las metas de la educación superior es la forma de aprovechar la oportunidad real de transformación. Las prácticas rígidas o repetitivas deben dar espacio a un entorno educativo más flexible, que responda a las necesidades de la innovación, con objetivos sustentables