La cultura libertina del siglo XVII francés se presenta a nuestros ojos como un reducto de erudición, libertad y vaticinio ilustrado. En ella pareciera buscarse mediante la experimentación constante realizar una exégesis del placer (no solo, pero si principalmente del sexo), saltando la valla de la sensualidad insinuante pero prohibida que se practicaba en los salones mundanos. El dramaturgo libertino produce al unísono discursos tendientes a la diversión y a la reproducción lúdica de un sistema de oclusión política; y cuerpos resistentes al ascetismo moral en boga y al disciplinamiento propio de su clase. Funcionando como un topo que desliza en la risa formas trágicas el libertino raja -mucho más que las propias tragedias francesas- la sup...