Las revoluciones arrastran fantasmas, generan mitos y sobretodo otorgan sentido a generaciones posteriores que reinterpretan hechos e ideas para continuar construyendo ese destino de grandeza al que la Humanidad está inexorablemente orientada. Modernidad mediante hemos llamado a eso progreso, y como bien ha señalado Octavio Paz, en su nombre hemos hecho fuego. La Revolución Cubana cumple un nuevo aniversario que nos lleva a reflexionar sobre sus supuestos logros y fracasos, posiblemente desprovistos de esa épica revolucionaria de los primeros tiempos deconstruida por una Posmodernidad corrosiva e ingrata. ¿Cómo poder pensar un proceso histórico extremadamente complejo sin caer en anacronismos? O en contrapartida, ¿cómo pensarla sin darnos c...