El dolor persiste pero el recuerdo es grato. Y como si hubiese sido ayer, regresa a mí memoria tan humilde sonrisa, cuando decidió emprender un nuevo camino de la mano de Dios. Su cuerpo no soportaba un pinchazo más, su alma poco a poco desvanecía. Dos años me había mostrado incrédula frente al devastador diagnóstico. No aceptaba que con tan solo 26 años, se le escapara la vida así, de repente. La cuenta regresiva comenzaba. El cáncer que padecía ya era resistente, la invadía, había hecho de las suyas; lo supimos tras la cirugía para cáncer gástrico que le hizo el doctor. Jamás me había agradado escuchar esa patología, sabía lo que sucedía si lo llegabas a padecer y era detectado demasiado tarde. Es silencioso, acaba contigo progresivamente...