Con la globalización de las relaciones de producción y distribución las expectativas de una sociedad más equitativa, que desarrolle una economía sustentable en el tiempo, con una distribución menos asimétrica del ingreso, en un marco democrático de mayor participación de la sociedad civil, con menores niveles de pobreza y sin las insultantes riquezas y privilegios, resulta una utopía, una aspiración sin fundamento. La realidad, la evidencia empírica, demuestra que la miseria y la pobreza es una condición y un resultado de la acumulación del capital a escala mundial, donde sus contradicciones en el proceso de valorización han determinado una mayor presencia y control de las transnacionales en particular de la minería que se desenvuelven en e...