-Mi memoria reconoce, en el alcance de esta máxima, la fundación de mi conciencia poética. Fue alrededor del año de 1980; yo tenía 8 y cursaba tercero básico en un colegio que fue para mí un remanso en medio de esos turbios años. Mi profesora era Victoria Castro y a ella me dirijo cuando quiero culpar a alguien por mi temprana tendencia a abrir la ventana de la poesía para dejar que entren y salgan los pájaros demónicos y los pájaros de la esperanza. Ella me invitó a seguir el vuelo de las aves fieras y a atrapar en la hoja su canto. Quedé marcada por la idea de Libertad, Infinito y Misterio que subyace en el símbolo del pájaro. Sé que las posibilidades del lenguaje son infinitas cuando lo abordo con entera libertad y cuando me someto a sus...