Ya desde Fuente Álamo. La caricia del tiempo, tu primera película, me sorprendió tu mirada limpia, amorosa, demorada, respetuosa, serena, carente de juicio. Encuentro ahora esa misma mirada pero más madura en esta tu última obra, Camino incierto, donde vuelvo a constatar tu capacidad para producir emociones hondas con medios increíblemente sencillos, casi franciscanos de tan pobres y humildes, de tan volcados hacia la belleza del mundo a cuyas criaturas cantaba. En esta película, esa contemplación admirada que es la tuya teje reflexiones en absoluto banales sobre uno de los temas, quizá el fundamental, que atraviesa tu obra: lo efímero y lo que dura, lo que se deshace y lo que permanece, lo que envejece (y muere) y lo que nace (y comie...