Al estilo del mejor Hunter S. Thompson, desde ese lado salvaje de la vida y la literatura, entre la crónica y la tragicomedia, el esperpento y la crítica ácida, habría que preguntarse, al leer estos Veinte brotes de Joaquín Campos (Málaga, 1974), qué es real y qué ficción, qué ha inventado el autor y qué ha incorporado de su experiencia. Por lo pronto, en la primera hoja del libro, a modo de tres citas introductorias, nos advierte que «Todo lo que se cuenta en esta obra es literatura y vida.» «Salvo cuando el protagonista vuela, toda ficción se basa siempre en la más pura realidad. Y a veces, hasta volando.» Para rematar, con más humor, si cabe: «Posología: se aconseja tomar una sola dosis diaria de este libro bebido o bebiendo» (p. 7