Fractura de mandíbula, casos clínicos en perro y gato

Las fracturas de mandíbula son una de las fracturas de la cabeza más frecuentes. Estas fracturas suponen una urgencia para el veterinario por las posibles complicaciones y riesgos vitales que le pueden suponer al animal como obstrucciones en la vía respiratoria o degeneraciones neuronales. Es por ello por lo que el profesional debe entender las bases anatómicas que conforman la mandíbula y las estructuras ésas que la conforman. Un conocimiento en anatomía es fundamental para cualquier cirujano, y en este caso para cualquier traumatólogo. La articulación temporomandibular (ATM) junto los músculos son las que le dan a la mandíbula su función de apertura y cierre que debe respetarse en todo momento. La inervación de la mandíbula también se tiene que respetar para evitar las complicaciones neuronales igual que los dientes, que tienen que ser controladas y evitar su perforación en las intervenciones quirúrgicas.Los animales que llegan a consulta en esta situación se les tiene que valorar en toda su totalidad, ya que los traumatismos que permiten una fractura a nivel mandibular suelen tener otras repercusiones vitales de igual o mayor importancia como roturas de vejiga, traumatismos craneoencefálicos o derrames pleurales. Todos ellos tienen que ser controlados y estabilizar al animal antes de cualquier intervención. Técnicas de sondaje nasofaríngeo y la técnica de traqueotomía son importantes para la intervención de estos animales.Los métodos diagnósticos más adecuados para la detección de esta patología son la radiografía y la Tomografía Computarizada (TC), sabiendo también las ventajas y los inconvenientes de cada una de las dos, así como los costes económicos para los propietarios, las dificultades que suponen las estructuras mandibulares y el requerimiento de una formación especial para el diagnóstico.Actualmente existen varias técnicas quirúrgicas aplicables para el tratamiento de las fracturas de mandíbula. Hay que saber cuales son las mejores para cada situación y que el uso de dos o más técnicas es viable e incluso recomendado según la zona y el tipo de lesión.Las aplicaciones reales de todo lo anterior se resumen a modo de ejemplo con dos casos clínicos, uno de perro y otro de gato, donde se ve la función real del veterinario frente a esta patología.