Editorial: Monográfico Creatividad, curiosidad y pensamiento innovador en Educación Comparada en relación a las nuevas normas del siglo XXI

The scholarly community calls for creativity and curiosity in epistemological approaches, and the engagement of innovative resources in moments when we seem to have arrived at a standstill from an ontological point of view. To overcome what Carney termed the ‘paralysis’ of Comparative Education (Carney, 2010, p. 126) such academic attitudes are essential. For this reason many academics are proposing our commitment to ‘a new and fresh thought in relation to what we study; the interpretative concepts, frames and theories that we develop in our work, the influences and contexts which mould the work we undertake as comparativists’ (Larsen, 2013), promoting, at the same time ‘the important task of creating a Comparative Education which addresses this complex intellectual predicament’ (Cowen, 2009). Nevertheless, the current historical moments, in the beginning of the third decade of the XXIst century, also reveal paradoxes and dichotomies that make consensus and joint coexistence difficult. Thus, the greatly extended globalization enabled by the new technologies collides with the persisting and still current ‘culture of scholarship’ (Viñao, 2002) that is specific to and typical of each Nation-State. Postmodernism, with its virtues, such as the struggle against social injustice and defects like a tendency to sterile relativism, may well be stopped by the epistemological stances which insist on the continuing validity of the modern project.La comunidad científica apela y reivindica actitudes epistemológicas de creatividad y curiosidad, y el empleo de recursos innovadores en momentos en que, ontológicamente, se ha llegado a un estancamiento. La superación de la denunciada “parálisis” de la Educación Comparada (Carney, 2010, p. 126), reclama el empleo académico de dichas actitudes. Así ha sido formulado por académicos que proponen nuestra implicación en “un pensamiento nuevo y fresco sobre lo que estudiamos; los conceptos interpretativos, marcos y teorías que desarrollamos en nuestro trabajo, las influencias y contextos que moldean el trabajo que realizamos como comparatistas” (Larsen, 2013), además de promover “la importante tarea de crear una Educación Comparada con una problemática intelectual compleja” (Cowen, 2009). No obstante, los actuales momentos históricos, en el inicio de la tercera década del siglo XXI, revelan también paradojas y realidades dicotómicas de difícil consenso y coexistencia conjunta. Así, la ya extensa globalización posibilitada por las nuevas tecnologías, choca con la aún vigente ‘cultura escolar” (Viñao XXX) propia y específica de cada Estado-nación. El postmodernismo, con sus virtudes (ie. lucha contra la injusticia social) y sus defectos (estéril relativismo), se ve frenado por las posturas epistemológicas que reclaman la aún vigencia del proyecto moderno