Cooperación

En 1923, Benjamín Herrera (1850-1924) —líder del Partido Liberal— experimentó un cambio de actitud que generó polémica al interior de su colectividad. Después de las elecciones que proclamaron al conservador Pedro Nel Ospina (1858-1927) como próximo presidente de la nación (periodo 1923-1926), Herrera impuso una política de no cooperación con el régimen, que impidió a los designados liberales participar libremente en los nombramientos ministeriales otorgados por Ospina. La inflexibilidad en sus criterios hizo que Herrera se enemistase con los miembros más destacados de su colectividad: los civilistas, llamados así por su resistencia a una dirección de corte militar. De esta forma, los debates y controversias entre civilistas y herreristas —como eran llamados los simpatizantes de Herrera— crecieron durante todo el año, pues no hubo acuerdo con respecto a la conveniencia de participar o no en los gabinetes presidenciales. Ni siquiera la muerte de Herrera (ocurrida en febrero de 1924), logró reparar la agrietada unidad liberal. Para conocer más al respecto, siga el enlace: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/r_rendon/id/44 La cooperación liberal en el régimen de la Hegemonía Conservadora ocupó a la opinión pública, pues los periódicos más destacados del liberalismo —“El Tiempo” y “El Espectador”— fueron escenarios de constante argumentación y debate sobre el tema. Ricardo Rendón ilustró estas discusiones en una serie de viñetas publicadas el 11 de mayo de 1924 en “El Espectador”; cabe aclarar que habían pasado tres meses desde la muerte de Herrera, y, a pesar de esta coyuntura, la discusión no presentó mayores cambios. En la serie, los directores de los periódicos, Eduardo Santos Montejo (1888-1974) y Luis Cano Villegas (1855-1950) respectivamente, halaban de una sierra que corta con estos esfuerzos el tronco del liberalismo