El centinela del Norte

A finales de octubre de 1924, el presidente de la república —Pedro Nel Ospina (1858-1927)— y el ministro de Obras Públicas —Aquilino Villegas (1879-1940)— negaron la construcción del Ferrocarril de Cúcuta a Pamplona. Esto causó rechazo entre el pueblo cucuteño, que interpretó el gesto como una demostración de desprecio y propuso una huelga electoral como protesta por las hostilidades percibidas desde el Ejecutivo. No obstante, el ímpetu demostrado por los miembros del Consejo Electoral respecto a la huelga, el presidente de este estamento se negó a seguir apoyando la causa porque no quería ser considerado un enemigo del Gobierno. La falta de unanimidad hizo fracasar la huelga, como se informó en el número 4689 de “El Espectador” —publicado el 6 de noviembre—. Algunos días después, el 14, fue publicado un telegrama que denunciaba “la delicada situación” en que se hallaba el departamento Norte de Santander. Al parecer, este territorio debía “dirigir sus miradas hacia la vecina frontera del Táchira” pues “con la lamentable negligencia que se ha usado para con el Norte de Santander, el mismo país ha contribuido a debilitar en aquella importantísima sección al caro sentimiento de colombianismo” (“La delicada situación en que se halla el departamento Norte de Santander, 14 de noviembre de 1924, número 4696). Esta denuncia alcanzó notoriedad porque, sumada a las polémicas anteriores, daba cuenta de los problemas generados por la falta de intervención estatal en el territorio. En medio de esta atmósfera, se adelantaron los debates para la construcción de un cable aéreo que conectaría a Cúcuta con Ocaña y a esta ciudad con el río Magdalena. Ricardo Rendón contribuyó a este debate con la caricatura del 15 de noviembre de 1924, publicada en el número 4697 de “El Espectador”. En la imagen, el caricaturista interpretó la situación del departamento a través de los múltiples significados que la palabra “cable” adquirió en esa situación. Así, ante la promesa estatal de construir un cable aéreo, Rendón expuso los otros “cables” que mantenían el departamento atado a Venezuela: los vínculos económicos y sociales, la exportación, el intercambio comercial y las vías de comunicación. La denuncia de desatención estatal tomó fuerza en la representación del caricaturista con las palabras del ministro, cuya pregunta enfatizaba la actitud desvergonzada de un gobierno que no deseaba —según la percepción común— atender las necesidades del territorio