¡Manos arriba!

El “proyecto heroico” promovido por la mayoría conservadora en el Congreso de 1928 fue controvertido por los liberales que veían en él un movimiento represor de garantías constitucionales (ej. la libertad de prensa). Los debates en torno a estas cuestiones generaron suspicacias de todo tipo y se alimentaron de los rencores cultivados entre los defensores de la Hegemonía Conservadora y los liberales que se oponían a las políticas déspotas, corruptas y represivas de la misma. De esta forma, el proyecto de “defensa social” que pretendía proteger al país de una aparente amenaza comunista, generó una nueva división y enfrentamiento en el panorama político, en donde se enfrentaban dos bandos irreconciliables. Para conocer más al respecto, siga el enlace: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/r_rendon/id/308 Una de las principales razones para negarse a la aprobación del proyecto era, según el liberalismo, la existencia de intereses ocultos por parte del ministro de Guerra, Ignacio Rengifo Borrero (1876-1937), quien se había aliado con petroleros norteamericanos para crear conmociones internas que desviaran la atención de la verdadera crisis experimentada por el país: la pérdida de territorios propicios para la explotación petrolera en la Región del Catatumbo, Norte de Santander (“¿Qué se oculta detrás del proyecto heroico?”, 17 de octubre de 1928, número 6129 de El Tiempo). Así, el proyecto no solo buscaba acrecentar la popularidad de Rengifo al presentarlo como un héroe salvador del orden público nacional, sino que serviría para suprimir los movimientos campesinos e indígenas cuyas tierras tenían alto potencial de explotación petrolífera. A fin de cuentas, persistía una sospecha respecto a quién se beneficiaría de la medida más allá del “pueblo colombiano” que “mantendría” el orden ante la amenaza comunista. Para conocer más al respecto, siga el enlace: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/r_rendon/id/378 La opinión liberal, siempre crítica de las medidas presentadas por el conservadurismo, consideraba que los intereses petroleros —unidos a un ejército con demasiadas atribuciones— eran peligrosos para la soberanía colombiana, pues se estaba entregando la riqueza de la nación a extranjeros. Ricardo Rendón afirmó esta crítica con la caricatura publicada el 18 de octubre, número 6130 de El Tiempo. En la imagen, Rengifo y el “Tío Sam” (personificación de los intereses de petroleras norteamericanas) robaban al presidente Miguel Abadía Méndez (1867-1947) a mano armada. Ante los reclamos de uno y otro (la vida o la bolsa de dinero), el presidente entregaba todo porque se veía acorralado, tal y como se suponía al país en ese momento