Un juguete peligroso

En los primeros meses de 1924 se vivió una situación tensa entre el presidente de la República, Pedro Nel Ospina (1858-1927), y las colectividades liberales que se encontraban en luto por la muerte de su líder, Benjamín Herrera (1850-1924). La respuesta al memorial de agravios enviado por Herrera —antes de su muerte— al primer mandatario, así como los irregulares manejos de la economía nacional, generaron molestia entre los liberales que veían en las palabras y actos de Ospina una provocación hostil. Para ampliar la información al respecto, siga el siguiente enlace: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/r_rendon/id/355 Como respuesta a la hostilidad presidencial, el liberalismo colombiano impuso una política de abstención y no agresión, pues “la política de no cooperación no es la guerra, pero no es menos cruel que la guerra, y puede producir en el orden institucional y en la organización jurídica, social y económica del país, perturbaciones mucho más profundas que las que podría causar una torpe apelación a las armas” (Nota editorial “La huelga solemne”, 15 de marzo de 1924, número 4457). Esta actitud del liberalismo pretendía contrarrestar el ánimo violento que se percibía en la actitud del presidente. El 5 de abril de 1924, en el número 4478 de “El Espectador”, se publicó una caricatura de Ricardo Rendón que aludió a la situación del presidente en medio de las controversias y debates del momento. En la imagen, el presidente peligraba sin saberlo por cuenta de su imprudencia, pues la “belicosidad” que usaba como arma estaba apuntando en su contra sin que pudiese medir el peligro de esta circunstancia. Cabe destacar la aparición del “diablo”, que complementó el refrán “Esas armas las carga el diablo” en el pie de imagen. Con esta representación, el caricaturista sugirió que el mal presagiado para el presidente sería consecuencia directa de los malos consejos dados por un "diablo" norteamericano