En la picota para escarmiento y ejemplo. Cómo terminó una atrevida intervención diplomática

El conflicto entre la Cancillería colombiana y la Legación británica por la intervención indebida de esta última en problemas legales de la compañía petrolera “Lobitos Oil Fields” concluyó en mayo de 1922. “La República” informó sobre las últimas manifestaciones de este asunto en su edición del día 17, número 362. Desde la Cámara de Representantes se aprobó una proposición en donde se afirmó que esta institución había “… oído con viva complacencia la declaración precisa del señor Ministro de Relaciones Exteriores, de que el Gobierno de la República se ha abstenido y se abstendrá en lo futuro de considerar toda intervención diplomática referente a asuntos que deben quedar sometidos a la jurisdicción de las leyes y las autoridades nacionales, salvo el caso de denegación de justicia” (Columna editorial “El cambio de rumbo”). Por su parte, la redacción de “La República” afirmó que, a pesar de la firmeza de la Cancillería, era necesario recordar que esta cartera se había sometido un año antes al ultimátum de la Legación Inglesa en favor de la “Lobitos”. Para ampliar la información al respecto, siga el enlace: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/r_rendon/id/4 El cambio en la actitud con que se dirigió la cartera de relaciones exteriores representaba un significativo progreso y el periódico se atribuyó algo de crédito por el mismo: “La República" tiene derecho a cobrar la victoria de este gran cambio de orientación en la política diplomática de Colombia, y lo cobra con el orgullo de quien sabe que nadie se atrevería a disputárselo o a dudar de su significación y trascendencia a la sumisión, el desdoro y el miedo que han sucedido en la Cancillería la dignidad y la altivez de nuestras mejores tradiciones y de las urgencias más agudas de esta hora angustiosa”. Ricardo Rendón publicó una caricatura en la edición del día posterior, número 363 de “La República”, en donde ilustró el reclamo realizado por el periódico republicano. En la imagen, la “patria”, representada generalmente como una mujer con sombrero frigio, señalaba al ministro de Relaciones Exteriores del momento, Antonio Gómez Restrepo (1869-1947), amarrado en la picota y enfrentado a las figuras del Tío Sam y un soldado británico. Con este gesto se recordaban los señalamientos realizados a este ministerio un año antes, cuando la compañía inglesa fue acusada por la justicia colombiana de falsificar los títulos de propiedad que le daban poder sobre 150.000 fanegadas de tierras baldías en la región del Carare y, acto seguido, el coronel Griffs W. Rhys-Jenkins presentó un ultimátum al gobierno colombiano, en donde exigió la devolución de los títulos de propiedad y la liberación de los agentes comerciales en un plazo de 12 horas. A pesar del “cambio de rumbo” de la política exterior, el periódico republicano recordó los errores del ministro para evitar su encumbramiento moral