Tal vez una buena forma de abordar el tema que hoy nos congrega en ese libro sea afrontando el juicio, poco riguroso y malintencionado, según el cual los andaluces de esta hora pretendemos la invención de un idioma propio. Naturalmente, de todo hay en la viña del Señor y tampoco en el ejercicio de estos negocios faltan los excesos; pero nada hay más lejos de la realidad para cualquier analista objetivo, entre otras razones porque, dadas las indiscutibles peculiaridades del habla andaluza, ya es suficiente para ella una riqueza de vocabulario muy superior a la del idioma común. Al decir esto no estamos replanteando una polémica bizantina de la que siempre se sale como el negro del sermón: con los pies fríos y la cabeza caliente. Lo que qu...