El Rey Luis II de Baviera siempre tuvo debilidad por lo artístico, pero su mayor pasión desde que fue proclamado rey en 1864 a los dieciocho años fue la construcción de castillos y palacios por todo el reino según se los imaginaba, como castillos encantados, que son hoy una gran fuente de ingresos turísticos en Baviera. Se describe el proceso de construcción de los cuatro castillos más importantes Linderhof, Neuschwanstein, Herrenworth y Falkenstein, a imitación de atalayas y palacios soñados por el rey. La construcción resultaba muy costosa, y su gobierno, viendo vaciar las arcas del monarca y del estado por esta obsesión, lo declararon demente e incapacitado para gobernar, quedando así algunos de los castillos inacabados.Biblioteca de Edu...