Detrás de la demanda reiterada de un niño se pueden encontrar la emoción que la sustenta y quiere expandirse, la necesidad del vínculo dependiente con el adulto y un instinto que grita y se ahoga en la materialidad. Quieren todo porque se lo merecen todo y porque son dignos herederos de la propia vida. En la demanda del niño está su deseo y el deber del adulto: la búsqueda del límite y la ley que permita el descubrimiento, la emoción expresada y el sentimiento pensado, la actitud combativa y la contención, la escucha activa y la construcción de criterio. Aprender a ser soberano de uno mismo es ejemplo, reto y lucha. Los adultos han de aprender a escucharse ellos mismos para escuchar mejor a sus hijos. Entonces se atenderá con más claridad a...