En mi primera intervención1 de la biografía palmiana y/o palmista, referida a la participación activa y pública de don Ricardo Palma en los predios de la masonería peruana, decíamos que este transcurrir vital del Tradicionista, constituía una suerte de agujero negro. Un espacio en el que la información era notoriamente escasa. Y, en muchos casos, la existente se refería a algún ema puntual, o, muy de pasada, a nuestro elusivo masón. Y, en algún otro caso, si bien el personaje despertaba el interés del lector o del investigador, de pronto se perdía en medio de una información que, sin mayor esfuerzo, y brillantemente, se podía hallar en los trabajos de Edith o Angélica Palma, bien en Riva Agüero, Porras, Luis Alberto Sánchez, Jorge Guillermo...