Nuestra generación es la primera en toda la historia humana que tiene una posibilidad real de descubrir si hay otras formas de vida en el universo o si, por el contrario, estamos solos. En particular, hay una buena probabilidad de que, si existen otras civilizaciones tecnológicas, durante los próximos veinte años se descubra alguna señal de ellas. Esto, obviamente, hace surgir muchas preguntas. ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Cómo nos sentiríamos? ¿Qué pensaríamos? Y, sobre todo, ¿deberíamos o no intentar establecer un diálogo? Sin embargo, reflexionar sobre este tema es también una suerte de “experimento mental” que nos plantea de una forma nueva otras preguntas que ya teníamos y no dejarían de ser válidas incluso si nunca llegáramos a descubrir ...