Es frecuente buscar en la Declaración de Doha (Organización Mundial del Comercio, 2001) una base para la protección de la salud pública mundial confiando en las licencias obligatorias (compulsory license). Pero no cabe llamarse a engaño, pues se trata de un acuerdo impulsado por la así llamada BigPharma en el mismo momento en que arrasaba con los derechos de los países en vías de desarrollo, que no aceptaban las patentes sobre productos farmacéuticos. El objetivo de nuestro trabajo es mostrar que las patentes de invención en el campo farmacéutico consagran derechos patrimoniales claramente incompatibles con el derecho universal a la salud y en cierta medida también a la vida. Es absurdo hacer competir el derecho humano a la salud con los de...