El acceso fenomenológico a la propia conciencia no refleja, en Kant, ningún rasgo moral si se basa en un proceso de autoconocimiento biográfico del yo en tanto que fenómeno. Muy otra cosa sucede si lo que viene a ponerse en marcha es una fenomenología transcendental, pues aquí el sujeto se piensa en tanto que sujeto nouménico, y por lo mismo, moral. Los intentos por parte de Hahermas y Apel de superar las aporías de la fenomenología transcendental kantiana por medio del recurso al carácter intersubjetivo del lenguaje no tienen más remedio que reincidir en la perspectiva de la conciencia transcendental si no quieren verse envueltos en una aporía mayor, a saber, la fagocitación de la moralidad por la eticidad en el marco de una sociedad...